Grisolía, autoritario
Chocante fue ayer el inicio del pleno del Consell Valencià de Cultura (CVC). Su presidente, Santiago Grisolía, manifestó su "profundo malestar y tristeza por las noticias o prenoticias filtradas a los medios de comunicación y por los artículos mandados, a título individual, sobre las actividades de este Consell, de sus miembros, y, lo que es más grave con interpretaciones que inciden en su honorabilidad". "Y recuerdo a mis colegas del Consell que en un buen número de ocasiones les he pedido discreción, sobre todo para evitar enfrentamientos y salidas de tono que, les advierto, no estoy dispuesto a tolerar", añadió en un tono teñido de paternalismo autoritario. Además calificó de "grave desprecio", "deslealtad" y "desacato" al CVC que se haya hecho conocer a los medios de comunicación la ponencia antes del pleno. Pero lo más sorprendente vino al final cuando indicó que "en uso" de sus "atribuciones" se entrevistará con la presidencia de las Cortes Valencianas para que establezca un "código ético de obligatorio cumplimiento", y si así lo considerasen conveniente, las Cortes Valencianas procedean a la revocación de los nombramientos de todos los consejeros actuales y al nombramiento de los que posteriormente determinen". Un buen número de consejeros se sonrió de la pataleta presidencial. Xavier Casp lo respaldó con énfasis.
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