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El poblado gitano de El Salobral se convierte en el mayor núcleo chabolista de la región

En el camino de El Salobral ya no se plantan tomates ni pimientos. Las antaño improvisadas parcelas de labranza se han convertido en menos de un lustro en el mayor poblado chabolista de la región, habitado en su mayor parte por familias gitanas. En este amplio asentamiento situado en el kilómetro 10,5 de la avenida de Andalucía, entre el distrito de Villaverde y Getafe, hay ahora 350 chamizos. Parte de los terrenos son cañada, es decir suelos públicos no edificables que antaño sirvieron para la trashumancia, y el resto pertenecen a particulares, a Renfe y al Ministerio de Fomento.

El acelerado crecimiento de este núcleo marginal preocupa ya desde hace años a las asociaciones de vecinos del distrito de Villaverde, que, en el Plan especial de inversiones para la zona que negociaron en junio de 1997 con la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, incluían el desmantelamiento de este poblado.El Ayuntamiento de Madrid ha derribado ya algunas chabolas de El Salobral, las últimas antes del verano, por considerarlas construcciones ilegales levantadas en zona de cañada, es decir, no edificable. Pero la verdadera ofensiva administrativo-judicial ha comenzado este otoño: dos juzgados han autorizado al Consistorio a tirar 160 chamizos y éste ha empezado a notificar la decisión a los afectados. Por ahora sólo unas 40 familias han recibido el aviso del derribo y la mayoría lo han recurrido en los tribunales, lo que puede retrasar las demoliciones incluso durante años.

"El Ayuntamiento de Madrid no puede venir y tirarnos a todos la chabola dejándonos en la calle", se quejan estas familias que escribieron a los parlamentarios regionales del PSOE-Progresistas, en concreto a su portavoz, la diputada Cristina Almeida, solicitándoles una visita para darles a conocer su problema.

"Que estudien la situación de cada cuál y no nos metan a todos en el mismo saco", afirman las familias de El Salobral. Piden que antes de los derribos de sus hogares se ponga en marcha un plan de realojamientos para aquellas familias que cumplan los requisitos exigidos. Cristina Almeida, que visitó acompañada por otros diputados de su partido el barrio el pasado miércoles, reclama también que antes de la entrada en acción de la piqueta lleguen las soluciones.

El Instituto de Realojamiento e Integración Social (IRIS), organismo regional encargado de la erradicación del chabolismo, no tiene por ahora ningún plan de realojamiento previsto para el Salobral.

Luis Peral, viceconsejero de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes, explica que existe un acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid por el que cada vez que éste va a derribar chabolas tiene que avisar al Instituto de Realojamiento e Integración Social para que, si es preciso, se adopten medidas de apoyo a las familias afectadas.

Pero, por ahora, sólo hay órdenes de demolición. "Tenemos que estudiar el caso del poblado chabolista de El Salobral. Como hacemos siempre realojaremos a aquellas familias en situación de necesidad y no a las que hayan revendido vivienda pública o tengan bienes", afirma el viceconsejero autonómico Luis Peral.

"En este momento, el núcleo de El Salobral no es una prioridad porque antes tenemos que desmantelar los poblados de La Rosilla y la Celsa o barrios chabolistas como Pitis (Fuencarral)", añade Peral.

La presidenta de la asociación de vecinos del barrio de San Cristóbal de los Ángeles, Mari Prado de la Mata, explica que las asociaciones de la zona están a favor de que se desmantele este núcleo. "Pero las instituciones deben buscar soluciones a las familias necesitadas del poblado, que no son todas, ni tal vez la mayoría, pero las hay", añade De la Mata.

Los vecinos reconocen que hace dos años el asentamiento era todavía más grande, con unas 410 chabolas. La reducción se ha debido a algunos derribos municipales, pero también a los misteriosos incendios que cada cierto tiempo calcinan alguno de los chamizos.

No es fácil saber quién vive en este intrincado y extenso asentamiento que se ha ido levantando a base de transacciones ilegales de parcelas entre los antiguos huertanos, vecinos payos de Villaverde y Usera, y los nuevos moradores, la mayoría gitanos. Quienes vendían no eran dueños del suelo, simplemente lo habían ocupado con sus cultivos y aperos, y quienes pagaron cantidades de hasta un millón de pesetas por el terreno tampoco lo son ahora.

El Salobral ha ido creciendo a medida que se desmantelaban otros núcleos chabolistas como el de Los Focos, en el distrito de San Blas. Familias que quedaban fuera de los planes de realojamiento (por recién llegadas, por haber vendido vivienda pública, por tener bienes o porque no había pisos sociales para todos) levantaban en las antiguas huertas su chabola.

Sin dinero para piso

En el poblado habitan también hijos de inquilinos de viviendas sociales que, al casarse, se han construido una caseta porque no cabían en el hogar de los padres y no podían acceder al alquiler a precios de mercado. Hay, asimismo, quienes han levantado en El Salobral una segunda residencia para ir a ratos o para ver si cuela y le conceden una vivienda social.Junto a la mayor necesidad convive la picaresca. Incluso perviven algunos huertos, pero muy pocos. En el asentamiento se pueden ver desde casas de ladrillo con unas condiciones mínimas hasta chabolas de madera y tetrabrick. Pero todos los chamizos, los mejores y los peores, están rodeados por un extenso barrizal. Los caminos que recorren el poblado están llenos de baches y el autobús escolar que recoge a los niños para ir a clase sólo estaciona en un extremo del núcleo, sin adentrarse.

La luz se obtiene por enganches ilegales al tendido eléctrico y el agua se sacaba de los pozos hasta que el Ayuntamiento avisó de que no era potable. Ahora los chabolistas llenan depósitos en bocas de riego de los alrededores.

Hasta el pasado mes de enero no existía un equipo de apoyo social a estas familias y sólo prestaban alguna atención la ONG Cuarto Mundo y la parroquia de San Cristóbal de los Ángeles. Desde entonces cuentan con una trabajadora social y dos educadores de calle del Instituto de Realojamiento e Integración Social.

La escolarización de los chavales en edad lectiva que viven en el asentamiento ha sido una de las cuestiones que más quebraderos de cabeza ha dado a los educadores. Por ahora hay matriculados 180 niños en centros públicos y concertados de Villaverde y Usera. Otro número sin definir de chavales o no está de forma permanente en el barrio o, aunque está, no asisten a clase.

En la actualidad, de los poblados chabolistas que hay en Madrid, sólo el de Las Barranquillas, en el distrito de Vallecas Villa, tiene unas dimensiones parecidas a las del Salobral. Entre los dos hay una diferencia: Las Barranquillas se ha convertido en un hipermercado de la droga y El Salobral no es, por ahora, un punto importante de trapicheo. Pero los vecinos de la zona temen que esa distancia entre uno y otro sólo sea una cuestión de tiempo.

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