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Siempre de la mano de Diego Such

A punto de cumplir 60 años, Luis Concepción Moscardó nació para la vida pública en 1991, año en que accedió al cargo de concejal de Alicante de la mano de su mentor, entonces y siempre, Diego Such, que en aquellos comicios locales optó a la alcaldía por el PP, sin conseguirla. Hasta esa fecha, este doctor especialista en radiología era un auténtico desconocido en el mundo de la política, pero pronto escaló posiciones en el principal grupo de la oposición, del que acabó siendo portavoz cuando Such dejó vacante ese cargo al conseguir un acta de diputado nacional en las elecciones generales del año 1993.Se trata de dos carreras políticas casi paralelas. Salvo el corto paréntesis de la Cámara baja, Concepción y Such han volado siempre juntos a lomos de la gaviota popular. Su fidelidad al otrora todopoderoso consejero de Industria, hoy alcalde de la pequeña localidad de La Nucía, está fuera de toda duda. Cuando en 1995 Such dio el salto a la política autonómica, no lo hizo en solitario. En la misma candidatura figuró el nombre de Luis Concepción, que con él consiguió el escaño. En el partido no podía ser de otra forma: Diego Such lo preside en Alicante, y Luis Concepción figura en el Comité Ejecutivo.

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Ahora, el líder está alejado de la órbita del poder, pero a nadie escapa que mantiene influencia, ojos y voz en las Cortes valencianas. Y por partida doble, porque además de Concepción otro diputado le debe el cargo a Diego Such. Se trata de José Antonio Rovira, que como el primero fue monje antes que fraile, concejal de Alicante antes que diputado.

Pese a los ocho años transcurridos en cargo público, no puede decirse que sea Luis Concepción un diputado popularmente conocido. Se trata de un político gris, nada brillante, cualidad o defecto que hizo mella en el partido para no promocionarlo más allá de la ocupación de un discreto sillón.

Pero hubo un tiempo en que surgieron dudas al respecto. Durante los meses postreros de 1993 y los primeros de 1994, corrió el rumor -que llegó a publicar algún periódico- de que Luis Concepción sería el alcaldable del PP para Alicante en las elecciones de 1995. Circularon hasta listas con equipo de apoyo, él se dejó querer e incluso llegó a intensificar por un tiempo su presencia en actos públicos para darse a conocer en los barrios alicantinos.

En esos mismos mentideros políticos, un año más tarde circuló otro rumor que apuntaba más alto: Concepción sería consejero de Sanidad en el primer gobierno de Eduardo Zaplana. Mientras su onírica carrera iba viento en popa, él jamás comentaba nada.

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Como concejal, poca historia ha legado a la ciudad de Alicante. Su intervención más destacada se produjo en octubre de 1994, cuando presentó a debate plenario una moción en la que solicitaba la derogación de la orden de la Consejería de Educación de convalidación académica del valenciano y el catalán. Concepción abrazó el sentimiento anticatalanista más recalcitrante para aseverar que esa orden sólo ayudaría a promocionar el catalán frente al valenciano. "La convalidación abre heridas y nadie va a homologar el valenciano que he mamado de mi madre", dijo.

No se le conocen grandes enemigos en el terreno político, pero tampoco filias incontestables. Indiferencia sería el término idóneo para definir la reacción de sus ex compañeros munícipes ante el tema de sus negocios privados.

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