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Reportaje:

Cibernautas que peinan canas

Las bucólicas escenas que rememoran a un anciano andando de la mano de su nietecito, ese pequeño al que durante el paseo le va enseñando el nombre de las cosas que se encuentran por el camino, está pronta a pasar a la historia. Con lo despabilados que se muestran los pequeños cuando se sientan frente a la pantalla de un ordenador, lo más normal en estos días es que el nieto hable del ratón mientras su abuelo mira con desconfianza hacia la grieta del rodapié. Y cuantos más términos informáticos nombre el retaco, más cara de póquer se le quedará a su ancestro.Los abuelos de hoy en día quieren seguir siendo precisamente eso, gente de hoy en día. Atendiendo a esa necesidad, la Caja de Ahorros del Mediterráneo ha programado una serie de cursos bajo la denominación cariñosa de Ciberabuelos. En tres cursos semanales, prometen desvelar a sus alumnos las claves principales para desenvolverse en el entorno Windows, en el procesador de textos Word 97 y, cómo no, en la cada vez más omnipresente red de redes: Internet.

"Puedo asegurar que aprenden rápido. Cada curso consta de cinco clases de tres horas, y al final de la semana ya saben manejar los programas con soltura", asegura Juan Francisco Marco, profesor del curso de Word 97. Es decir, que no son expertos, pero ya pueden mantener una conversación fluida sobre atajos de teclado, iconos de pantalla o enlaces de hipertexto sin dejar espacio a que su nieto les vacile.

Las clases se conforman en torno a grupos de 15 alumnos. Entre ellos, los hay que no se habían puesto frente a un ordenador en su vida, pero también están los que llegan con la lección medio aprendida. Es el caso de Benito Joanet, de 63 años. Se ha apuntado a los tres cursos para "mejorar" su relación con la máquina que tiene en casa. Maneja los cuatro conceptos básicos para no perderse, pero le falta teoría.

El director de coordinación de centros de la Obra Social de la CAM, Ángel García, detalla cómo surgió el programa. "Hicimos una prueba piloto antes del verano y obtuvimos una buena respuesta", cuenta. Los resultados están a la vista: de 280 a 290 "personas en periodo no laboral" (a García no le gusta llamarlos jubilados) apuntadas. Todos los cursos completos.

Los mayores ocupan las aulas por las mañanas, mientras que los mismos cursos se imparten para jóvenes por la tarde. Dicen los responsables del programa que así no se da lugar a que los ciberabuelos se sientan incómodos ante la mayor soltura de los jóvenes en el ciberespacio. "Pero es que además lo llevan increíblemente mejor", puntualiza García, que califica de "excelente" su capacidad de asimilar conceptos. Según él, los abuelos se desesperan menos ante el ordenador que sus hijos y nietos porque "su tiempo no es el mismo. Con los años han sedimentado su intranquilidad", reflexiona.

Marisa López Rico tiene 68 años y un ordenador en casa que utiliza para comunicarse con su hija, que vive en América. Utiliza sobre todo el correo electrónico, pero está deseosa de aprender a sacarle más partido a las posibilidades de la telemática. Está apuntada también a los tres cursos.

Como alumnos de estos talleres -que se imparten también en Elche, Murcia y Cartagena-, los jubilados están "ilusionados" ante lo que aprenden. Lo que más les interesa es el chat (programas de conversación a tiempo real).

El curso de Internet es el que despierta mayor asombro. "Que exista una autopista a nivel universal les resulta muy sorprendente y lo asumen con gran alegría", señala García. Algo normal si se piensa que cuando surgieron las ahora arcaicas supercomputadoras con tarjetas perforadas, ellos tenían entre 30 y 40 años, y en España era un lujo tener televisión en color.

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