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LA CRÓNICA La leche (con perdón) SERGI PÀMIES

El ala norte de la Facultad de Medicina acoge, hasta el próximo 10 de noviembre, la exposición Lactància materna: educació per a la vida. Más de cien fotografías cedidas por el hospital de la Marina Alta, en Dènia, testimonios de madres y algunos consejos médicos configuran un apasionado discurso a favor de la leche materna. La calidad doméstica de las fotografías es más testimonial que artística y pretende concienciar a las mujeres de las virtudes del amamantamiento natural para combatir los avances de la leche artificial.Los documentos gráficos expuestos en un desangelado pasillo de una facultad asediada por las obras dan fe del entusiasmo con el que algunos recién nacidos se agarran al pecho materno, y retratan una enorme variedad de formas de succionar. La reiteración es, en este caso, premeditada. Incluso Cruela Devil y Eulàlia Montsolís se emocionarían ante el entusiasmo de esos bebés.

La tesis de la exposición está clara: no es cierto que el amamantamiento natural sea una lata y una obligación que esclaviza a la mujer. ¿La prueba? En las instantáneas aparecen madres agotadas pero sonrientes que, poco después de dar a luz, ya están alimentando a sus voraces retoños. Otras lo hacen en el campo, en la playa, con unas amigas, cerca de una carretera o -lo juro- en medio de un paisaje nevado que se acompaña con esta temeraria afirmación: "La leche materna nunca se congela" (la leche quizá no, pero ¿y la madre y el niño?)

La parte científica de la muestra es la más útil. Además de un decálogo en el que se resumen los "diez pasos hacia una feliz lactancia natural", se ponen a disposición del público artículos médicos relacionados con el tema en los que, junto a afirmaciones un tanto herméticas -"el nivel de TSH neonatal predeterminado en la prueba del talón se ha incorporado como indicador del déficit de yodo en la población en general"-, aparecen otras que recomiendan, con vehemencia, el "método de la madre canguro". ¿Que en qué consiste? Leo: "En colocar al recién nacido prematuro en contacto piel a piel con su madre". Por lo visto y leído, la lactancia natural sólo tiene ventajas. Para la madre y para el hijo. Las fotografías, por lo menos, así lo demuestran. Incluso aparecen madres dando de mamar a dos hijos a la vez.

El discurso es, como ven, positivo y defiende un criterio que está, por lo visto, ganando adeptos en los países más civilizados. La conexión madre-hijo a través del amamantamiento tiene, en este caso, soporte científico, pero también literario. En un panel, se recogen los testimonios escritos de algunas de las madres que aparecen en las fotografías. En un poema, por ejemplo, una mujer escribe: "Gracias, mamá/ por darme el mejor y más natural alimento del mundo: la leche de tus pechos (...). Tu leche es la mejor/ relájate y disfruta".Y en ese plan.

Quizá porque no viene a cuento y porque cortaría el buen rollo general que se respira, no se habla del miedo, del cansancio, del dolor o simplemente de la imposibilidad médica de aplicar este decálogo de la madre perfecta. En las salas de partos ocurren muchas cosas y no siempre es posible que la madre pueda permanecer tres cuartos de hora junto al recién nacido. Hay problemas, circunstancias urgentes, estados de ánimo que explotan en el momento menos oportuno, bloqueos, nervios o burocracias y prisas hospitalarias que lo impiden.

Desacomplejar a las madres que se sienten culpables por no haber podido dar el pecho a sus hijos, mejorar la calidad de la leche artificial o admitir que se trata de un sucedáneo eficaz y completo de la alimentación ideal, aprovechar las ventajas de que pueda ser compartida por los padres (o similares en su defecto) daría para otra exposición que podría titularse, por ejemplo, La grandeza del biberón.

¡Ah!, por cierto, en la exposición aparecen poquísimos padres y sólo una referencia a este desprestigiado y vilipendiado colectivo: "El padre es muy importante en el apoyo, estímulo y ayuda a la madre, sobre todo en los primeros momentos". Pasados esos "primeros momentos", algunos padres tienen perfecto derecho a preguntarse para qué diablos sirven. En la exposición encontrarán la respuesta: para hacer las fotos.

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