El voto del miedo
LOS RESULTADOS de las elecciones suizas, con el apabullante éxito de la Unión Democrática del Centro del millonario Cristoph Blocher y de sus consignas xenófobas y aislacionistas, son una mala noticia. Y se parecen demasiado a los habidos en Austria con Haider como para considerarlos un hecho achacable al particularismo helvético. Como en Austria, un partido de consignas simplistas, en parte ultraderechistas, dirigido de forma caudillista, ha arrebatado votos al partido mayoritario, que sigue siendo la socialdemocracia.Las consignas son las mismas: los extranjeros son el origen de los problemas sociales y de orden público, desde las drogas y la delincuencia hasta las dificultades presupuestarias. La otra amenaza viene de los que quieren integrar a Suiza en la Unión Europea y traicionar así la milenaria independencia basada en el juramento de los cantones. Que las consignas sean falsas no les ha restado efectividad. Blocher, cuyo apoyo estaba antes limitado a la Suiza alemana, ha logrado llegar también al electorado francófono, tradicionalmente más progresista. Con un 20% de población inmigrante y tras la oleada de refugiados llegados de Kosovo, la receptividad para mensajes como el de Blocher aumenta sin cesar. Sería simplista calificar a este personaje y a sus electores como neonazis, aunque los auténticos también le hayan votado, porque hay miedo a la globalización y añoranza de la tribu en este voto. Pero las consecuencias serán considerables.
Es probable que el éxito de Blocher acabe dinamitando la "fórmula mágica" vigente en Suiza desde hace 40 años. Independientemente de la composición del Ejecutivo que ha de votarse el 15 de diciembre, está claro que la política suiza va a ser más reaccionaria y más dura con la inmigración. Y presumiblemente quedará enterrada por largo tiempo la idea de una integración en la UE.
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