Benditos diccionarios
JAVIER MINA
A los muchachos estos que proclaman que habría que quemar todos los libros españoles no se sabe si porque adoran el humo -venga de donde venga- o para empobrecerse la cabeza todavía un poco más (acabarán pidiendo que ardan las matemáticas e incluso la gimnasia) se les está amontonando el trabajo. En cosa de un mes han aparecido la ortografía nada menos que panhispánica de la Real Academia -¡menudo objetivo!-, la gramática de I. Bosque y Violeta Demonte -tan feraz como respetuosa con el medio ambiente, lo dicen los apellidos- y el diccionario que, pese a ser confeccionado por un equipo de tres (Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos), ya se conoce por Seco, tal vez para facilitarles la tarea a los entusiásticos pirómanos.
Pero como no quisiera que la columna acabara en hoguera, que camino lleva con tanto fuego, ni tampoco en monumento al hiato o la normativización, me gustaría completar con toda modestia el ingente trabajo realizado por Seco, Olimpia y Ramos -qué mediterránea suena la triada-, porque los diccionarios van detrás de las palabras como los galgos corren en pos de la famosa e inasible liebre de canódromo, y aunque hayan llegado a donde Cristo dio las tres voces, aún se dejaron alguna en el tintero.
Abstención: sustantivo femenino con el que EH pretende dar gato por liebre, aunque sea Bugs Bunny. Lo más admirable no es que pretendan llamar a la abstención para con ello camuflarse entre los votos de quienes siempre se han abstenido, en un flagran-te sumar peras con manzanas -claro, si se empieza desde pequeño a repudiar las cuentas...-; lo más delirante es que se lo crean, quiero decir que estén convencidos de que haciendo eso Euskal Herria rechaza mayoritariamente todo lo español.
Cemento: podría aplicarse a la cara que tienen los de más arriba, pero se trata del material con que los americanos están fabricando sus últimas bombas. En realidad es como lanzar una piedra gigante, que también rompe, pero como no lleva explosivos se minimizan los efectos colaterales. La están probando en Irak, con esos bombardeos de castigo que nadie ni siquiera la ONU ha autorizado. A lo mejor todo empezó, digo lo de volver a tirarse piedras, con un turista americano al que cierto cicerone de Numancia vendió un pedrusco asegurándole que era uno de los proyectiles que utilizaron las catapultas romanas durante el célebre asedio, según nos cuenta el escritor mejicano Arreola.
Gunga Dinga: personaje indio creado por Kipling como prototipo del servilismo hacia los colonizadores británicos y que, para los nativos, simbolizaba la esclavitud. A los habitantes de origen indio de las Islas Británicas, gunga dinga les suena a opresión, abuso, desprecio y muchas cosas más, por eso han protestado ante la NASA, que no tuvo mejor ocurrencia que bautizar con dicha metedura de pata cierto robot que acaba de enviar al espacio, con lo que -según los querellantes-, so pretexto de controlar el oxígeno y temperatura interestelares, la agencia norte-americana estaría proclaman-do el racismo desde Andrómeda hasta Alfa Centauro.
Lewinsky: lo mismo. Quiero decir que con ésta pasa lo mismo que con la voz anterior, porque se ha convertido en sinónimo de mamada, provocando la ira de al menos cierto papá. Aún aguantó mientras el mórbido morfema no rebasó los labios privados. Ahora bien, en cuanto se ha utilizado en una de las series televisivas de mayor audiencia, no ha podido más. En un alarde de fair play semántico, míster Lewinsky propone que la pegajosa voz sea sutituida por la de Clinton, dado que él era el receptor y beneficiario de la acción, o mamado.
Reprobar: verbo transitivo que el colectivo Elkarri propone como alternativa a condenar, cuando de tildar la violencia callejera (o rural o agropecuaria) se trate. Sólo que el Seco, el de la Academia y el Moliner lo tienen por sinónimo de censurar, y de la censura -que además tiene muy mala prensa- a la condena sólo media la delgada hoja de un diccionario de sinónimos, como el Robles. Claro que de haber volado en cenizas éstos y los demás diccionarios hispano-inflamables, a lo mejor acababan algunos reprobando, paradójicamente, todo cuanto oliese a gasolina.
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