_
_
_
_
_

Bozales de oro contra las críticas

La gratificación en forma de convenio de 375 millones de pesetas a los responsables del movimiento autonómico de padres de alumnos no es el único ejemplo de domesticación de voces discrepantes empleado por el Gobierno que dirige el popular Eduardo Zaplana. Otros sectores asociativos como el movimiento vecinal, el de mujeres e, incluso, áreas como la política cultural, responden a diversas variantes de un modelo unitario dirigido a frenar los ímpetus reivindicativos de sectores importantes de la llamada sociedad civil.Quizás el ejemplo más claro responda a la estrategia empleada para controlar el movimiento de padres de alumnos de la Comunidad, una sección notablemente numerosa que representa el 20% de la confederación nacional. Hacia principios de 1996 un Zaplana recién llegado al Palau de la Generalitat emprende la tarea de desmovilizar al beligerante movimiento de padres de alumnos, que por entonces se manifestaba activamente en Madrid. Un encuentro de José A. Ranchal, entonces presidente provincial de las asociaciones de Alicante, con el presidente valenciano sella el comienzo de una colaboración mútua, cuyos mayores frutos están recogiendo en los últimos meses los dirigentes del movimiento. EL PAÍS publicaba el pasado sábado 16 de octubre el acuerdo alcanzado entre el consejero de Educación, Manuel Tarancón, y actual presidente de la Confederación de Asociaciones de Padres de Alumnos (Covapa), José A. Ranchal: un convenio dotado de 375 millones de pesetas para "sufragar el costo del funcionamiento y actividades de Covapa", que, a juicio de abogados el Consell, es "jurídicamente inviable". Precisamente, el mismo día que se alcanzaba este acuerdo, el 27 de mayo de este año, Ranchal aprobaba unos estatutos que centralizaban en su figura el control de las tres federaciones provinciales.

El resultado ha sido que la presidencia de la asociación de padres despache en las mismas dependencias de Educación y que se hable ya de la figura de "padres liberados" a la manera sindical, es decir, cobrando un sueldo a cuenta de la representación de sus hijos. Todo ello dirigido a garantizarse aliados firmes.

De obra similar podría definirse la empleada para tratar de desmovilizar los sectores más críticos con el Consell del movimiento vecinal. En 1997, el Gobierno valenciano con la excusa de que el sector no estaba bien organizado se dirige a la Confederación de Asociaciones de Vecinos de la Comunidad Valenciana (Cavecova) con una propuesta encima de la mesa: darle a la Federación de Asociaciones de Vecinos de la Comunidad Valenciana (Favcova), la función de recoger asociaciones no integradas en ninguna federación, cobijarlas bajo el paraguas de la confederación y, una vez realizado su cometido, desaparecer.

Dos años después, Favcova no sólo no se ha disuelto, sino que se ha hinchado a través de impulsar la creación de nuevas asociaciones que ha albergado y se ha erigido como asociación alternativa de ámbito autonómico, rivalizando con la confederación. Dirigentes de Covecova tildan abiertamente a esta estrategia de maniobra dirigida desde el Consell a dividir el movimiento e impulsar un sector vecinal afin. Y ofrecen datos: "Mientras esta asociación ya ha percibido 13,5 millones de pesetas nosotros [Covecoca] hemos asumido las anteriores deudas de Favcova y aún no hemos recibido un duro este año, a la espera de firmar un convenio". La unión entre el Consell y Favcova se cerró definitivamente en un acto cuya fecha, lugar de celebración y finalidad están cargados de significado. El 25 de mayo -a menos de tres semanas de las elecciones-, en Benidorm, esta federación vecinal celebró una gala. Entre las autoridades premiadas, destacó la del entonces presidente en funciones Eduardo Zaplana.

En el acercamiento institucional del Gobierno valenciano a las asociaciones de mujeres un dato resulta especialmente significativo, tal y como destaca Amalia Alba, de Dones Progressistes, la presidenta de la asociación de amas de casa Tyrius, Asunción Francés, cobra desde hace más de un año 300.000 pesetas como asesora en temas de mujeres del Presidente del Consell. Frente a esta circunstancia, la asociación que dirige Alba tendrá que ingeniárselas para llevar adelante sus actividades con las 50.000 pesetas que han obtenido en las convocatorias de subvenciones de la Dirección General de la Mujer que, apunta, se realizan "casi con nocturnidad, en verano y con escaso plazo para solictarlas". Junto a ella, denuncia la política de grifo cerrado que sufren las asociaciones más combativas como la Plataforma de Dones per la Igualtat, la Comissió 8 de Març, la Casa de la Dona o Dones Veines de la Malvarrosa, nada que ver con el trato que se da a Tyrius, señalan. Alba no sólo denuncia los escasos fondos que reciben de las ya limitadas ayudas para subvenciones que cuenta la dirección de la Mujer, sino que señala hacia otro fenómeno: la aparición "como champiñones" de nuevas asociaciones de actividad desconocida que adquieren la denominación de mujeres demócratas y obtienen ayudas que "duplican o triplican" las suyas, vinculadas al PP.

Este fenómeno no es nada nuevo en el campo de las ONG. Pueblos Fraternos, entidad presidida por el miembro del PP Aurelio Hernández, vicepresidente de Ràdio Televisió Valenciana y presidente de la empresa de aguas de la Diputación de Valencia Egevasa, recibió más de 15 millones de pesetas del Consell para la atención de refugiados kosovares el pasado septiembre y fue una de las pocas ONG escogidas para canalizar la ayuda de la Generalitat. Otras como España Plus, vinculada a Armando Mena, asesor de cooperación de Tarancón cuando ocupaba al presidencia de la Diputación de Valencia recibieron 12 millones del Consell en 1998.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El clientelismo alcanza a la política cultural de la Generalitat, según la oposición y diversos sectores artísticos. Una de las críticas más extendidas hacia la directora general de Promoción Cultura, Museos y Bellas Artes, Consuelo Císcar radica en su política de café para todos. Muchos artistas declinan criticar públicamente su política por temor a verse excluídos de su porción del pastel, ya sean exposiciones organizadas por el Consorci de Museus, otras itinerantes o montajes teatrales del circuito de la consejería.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_