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Reportaje:

Papon se da a la fuga

El ex ministro francés huye del país para eludir 10 años de cárcel por colaborar con el régimen nazi

Dicen que la historia, cuando se repite, deja de ser trágica y se convierte en farsa. Maurice Papon es hoy el protagonista de una farsa patética que él estima tragedia sublime. Condenado en abril del pasado año 1998 a 10 años de cárcel por "complicidad en crímenes contra la humanidad" (organizó en 1942 una persecución en Burdeos contra 1.560 judíos que acabaron en los campos de concentración nazis), Papon, que ahora tiene 89 años, disfrutaba el privilegio de esperar en libertad la vista de su recurso contra la sentencia.Ayer debía acudir a Burdeos para constituirse en prisionero antes de que hoy el tribunal estudiase su demanda, pero Papon ha optado por "el exilio, la única respuesta honrosa", tal y como explica en una carta abierta y entrevista publicada en el diario Sud Ouest: "No quiero seguir prestándome a un simulacro, regresaré a mi patria cuando se restaure la legalidad republicana", concluye el funcionario retirado, que se niega a colaborar con la justicia y que, según algunas fuentes, ha buscado refugio en un lugar indeterminado de Suramérica.

La indignación entre los hijos de los deportados, entre los abogados de la acusación y la clase política es unánime: "Es un miserable", ha dicho el secretario del Partido Socialistas francés, François Hollande. Para Arno Klarsefeld, abogado, "toda la excepcionalidad que ha rodeado el trato a Papon es un insulto", y ahora la fuga es vivida por Simone Veil, superviviente de Auschwitz y ex ministra, como "un escupitajo en pleno rostro". El primer ministro francés, Lionel Jospin, ha anunciado que "el Gobierno, cuando reciba el mandato de la autoridad judicial, hará todo lo necesario para encarcelar a Papon", pidiendo su extradición si el antiguo secretario de la prefectura de Burdeos se hallase en otro país.

Maurice Papon habla ahora, desde la supuesta comprensión que reclama a sus 89 años, del "ejemplo de los grandes hombres de nuestra historia"; compara su exilio al de Víctor Hugo -de ahí que Hollande le tache de miserable, no en vano el escritor es el autor de Los miserables- y reinterpreta la historia a su conveniencia, pues dice "no haber resistido [?] a la violencia nazi para ahora mendigar una libertad ante los jueces", y además recuerda haber "tenido el honor de servir al general De Gaulle".

Lo cierto es que el joven Papon no se exilió con Charles de Gaulle en Londres, sino que acudió a Vichy para ponerse a las órdenes del Gobierno colaboracionista del mariscal Petain, y sólo fue a partir de 1943 cuando ayudó a algunos judíos (después de Estanlingrado los alemanes ya no eran seguros vencedores).

Entre los años 1948 y 1958 como prefecto en Argelia, entre 1958 y 1967 como prefecto de París, entre 1968 y 1974 como diputado y después como presidente de Sud Aviation y entre 1978 y 1981 como ministro de Raymond Barre, ejerció siempre como alto funcionario al servicio del poder, de cualquier poder.

Si ahora no quiere colaborar con la justicia, lo cierto es que antes colaboró con todo aquel que garantizase su ascenso en el escalafón, incluidos gobiernos que se llamaban a sí mismos colaboracionistas.

Y para que la farsa sea completa, Papon y sus abogados recurrirán ante el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo para cuestionar la arcaica obligatoriedad del acusado de constituirse en prisionero para que su recurso sea estudiado.

Tienen muchas posibilidades de ser escuchados, pues sus argumentos legales son irreprochables, sobre todo cuando afirman que se ha superado "el plazo razonable" para ejercer justicia -la primera demanda contra Papon data del año 1981- y se critican los "diecisiete años de maniobras que han hecho que el proceso resulte imposible". Lo único que Maurice Papon no dice es que las maniobras dilatorias las protagonizaron siempre él y sus abogados.

Papon se deja fotografiar ahora por el periodista de Sud Ouest con un ejemplar de ¡Hola! en versión española a su alcance. Ha podido huir de Francia sin problemas porque las autoridades judiciales no habían ordenado vigilarle. Es más, si Papon tuvo siempre, entre julio de 1987 y octubre de 1998, dos policías a su servicio, era para protegerle de un eventual atentado. Y fue Papon quien, hace ya un año, dijo no necesitar de esa protección.

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