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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fin de una etapa

NO POR largamente anunciada, la fusión del BBV y Argentaria -técnicamente, la absorción de Argentaria por el Banco Bilbao Vizcaya- pierde importancia en el proceso de reordenación de los servicios financieros que se está produciendo en España y en Europa. Es inevitable referirse a la gran fusión bancaria anterior, que ejecutaron diez meses atrás el Banco Santander y el Central Hispano, para entender la urgencia que acuciaba al otro gran banco español, el BBV, necesitado de una operación de envergadura para no quedar rezagado en el proceso de concentración bancaria que se está jugando en todo el mundo. Ayer se formalizó este paso esperado. El BBVA, nueva sigla de la entidad resultante, será el primer banco español por capitalización bursátil: 6,2 billones de pesetas. Sus activos están valorados en casi 40 billones, tiene una cuota del mercado financiero español del 20% y cuenta con 1,3 millones de accionistas.El BBV y Argentaria eran dos bancos obligados a entenderse para no enfrentarse en solitario con grupos financieros más poderosos en España y en Europa. La fórmula de la copresidencia de Emilio Ybarra y Francisco González hasta el año 2002, fecha en la que el segundo ocupará la presidencia única, garantiza que durante el periodo de transición hacia un banco unificado existirán canales adecuados para resolver las fricciones internas que inevitablemente se producirán. La piedra angular de esta operación es que el consejo de administración, con clara mayoría del BBV, funcione adecuadamente y no interfiera con posiciones contradictorias en el periodo de transición. La experiencia de fusiones anteriores, largas y costosas, recomienda que la estructura de poder en el periodo de integración sea muy clara y evite cualquier riesgo de confusión. En este caso, la presencia del consejero delegado único, Pedro Luis Uriarte, el hombre que soportó la unión entre el Bilbao y el Vizcaya, garantiza que el mando será único y las estrategias serán incuestionables.

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El sector financiero español no se ha quedado atrás en el proceso de las fusiones bancarias, y ése es un hecho que permite observar con optimismo el futuro de la banca española en el espacio financiero europeo. Una de las características más relevantes de la fusión BBV-Argentaria es que cancela la etapa de fusiones perentorias entre los grandes bancos españoles y dibuja una distribución del poder bancario fundada en dos grandes entidades, BBVA y BSCH, que tienen además un gran poder sobre los sectores estratégicos y de servicios. Es posible que este dibujo financiero se mantenga en España durante cierto tiempo. Lo cual no significa, ni mucho menos, que la expansión financiera en España se haya detenido, sino que los próximos movimientos del BSCH y el BBVA se producirán en el ámbito bancario europeo.

La aproximación del BBV al banco italiano Unicredito, los escarceos del BSCH en Francia e Italia o la compra del 2,6% del Deutsche Bank por parte de La Caixa, la otra gran entidad financiera, indican que la banca española se dispone a buscar alianzas accionariales inmediatas en su mercado natural, y que la próxima frontera serán las fusiones con grupos financieros de otros países. Con la advertencia de que quedan incógnitas estratégicas en España que deben ser despejadas: el futuro de las cajas de ahorro, cuyo régimen legal y distribución geográfica rígida las sitúa, para bien o para mal, fuera del mercado de las fusiones, y la presencia del Banco Popular, último vestigio de los llamados siete grandes durante los años setenta y ochenta.

La concentración bancaria es un recurso empresarial legítimo e incluso aconsejable en algunas circunstancias; pero en ningún caso debe aceptarse de forma acrítica y dar por sentado que será beneficioso para la sociedad y para los consumidores. Precisamente porque las entidades mayores ganan una gran cuota de poder en el mercado financiero es por lo que los mecanismos de arbitraje económico y social -el Gobierno, el Banco de España y la CNMV, entre otros- deben prestar atención especial al mantenimiento de la competencia y transparencia en el mercado del dinero. La fusión del BBV y Argentaria, como las anteriores, no cumplirá sus objetivos si empeoran los servicios a los clientes, si no se aprovecha para bajar las comisiones y costes de operación que pesan sobre los usuarios o si, desde otro punto de vista, no se clarifican las posiciones de la banca en el sistema industrial. Clarificación que supone aceptar las reglas escritas y no escritas del mercado que prohíben la presencia de accionistas significativos comunes en empresas competidoras. Así ocurrirá, por ejemplo, en Iberdrola y Endesa. La fusión BBV-Argentaria debe ser juzgada principalmente por los beneficios que produzca al público y a sus accionistas.

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