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Crítica:"VÉRTIGO", EN TVE-1
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El cine como espectáculo

Puede que todo esté inventado en la televisión, pero siempre merece la pena esforzarse un poco para sorprender mínimamente al espectador. Eso es lo que han hecho los responsables de Vértigo, un programa de medianoche que, uniendo fondo y forma, haciendo un espectáculo de lo que ya es un espectáculo, consigue innovar y entretener. Tal como está el patio, nos hallamos ante un logro colosal.Vértigo va sobre cine, pero no es el típico programa que pasa revista a las novedades mientras el presentador denota bien a las claras lo mucho que se aburre en el festival de turno. Aquí se trata de convencer al público de que el cine es un negocio divertidísimo y que los programas a él dedicados han de resultar amenos. Los encargados de contagiar su entusiasmo al respetable son Antonio Resines, perfecto una vez más en su papel de español cabreado pero cachondo (o viceversa), e Inma del Moral, la única presentadora guapa y rubia que es consciente de que un poco de sentido del humor y unas gotas de simpatía hacen mucho por demostrar que palabras como guapa y rubia no son sinónimos de tonta y distante.

La noche del estreno, Inma y Antonio se marcaron unas entrevistas (Alfredo Landa, Loles León, Jeremy Irons) más originales de lo habitual, sin caer por ello en la tontería. Su reconstrucción del famoso polvo en la cocina de El cartero siempre llama dos veces, a cargo de Jack Nicholson y Jessica Lange, tuvo su punto y sirvió para informar al espectador de que el programa se va a permitir todo tipo de situaciones picantes. Aunque de eso también se encargó Loles León, siempre tan refinada y sutil, con su habitual colección de comentarios chuscos y la interpretación de un cuplé cuyo título, El pito, nos ahorra comentarios.

El programa sirvió también para descubrir la faceta cómica del usualmente atormentado Jeremy Irons, que se prestó a todo tipo de bromas (incluido un magreo a cargo de Loles León). Vértigo cuenta con otro punto a su favor: su duración no llega a los 90 minutos, cosa muy de agradecer en esta época de maratones audiovisuales.

Entretener y mimar al cine español son las dos nobles intenciones de Vértigo, y a tenor de lo visto la noche del estreno (16,1% de cuota de pantalla y 1.115.000 espectadores) ambas se han realizado con bastante eficacia. Ya puestos, añadamos otro logro: el haber inventado una fórmula nueva mezclando elementos ya existentes, hazaña heroica en los tiempos que corren.

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