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FÚTBOL: Séptima jornada de Liga

El Rayo no para de crecer

Los goles de Hernández y Canabal dejan al Espanyol sin premio en Vallecas

RAYO VALLECANO 2 - ESPANYOL 1El Rayo se dispara. Sigue a lo suyo, sin hacer ruido. Y sin perdonar. Siete jornadas han transcurrido y 16 puntos acumulan los de Vallecas, en un ejercicio histórico que los rivales empiezan a no tomar a broma. El Rayo crece y no para. Se siente feliz donde está, ocupando un puesto, el segundo de la tabla, que no le corresponde. ¿O sí? Ayer le tocó recibir al Espanyol y sufrir, pero hasta eso sabe hacer el equipo, cuyo discurso, con mayor o menor fortuna. jamás abandona el buen gusto. Su último triunfo se produjo ante un Espanyol que tiene buena pinta, en un partido tácticamente inestable, pero trabajadísimo, en el que ningún equipo impuso su ley. Eso sí, ganó el que más lo mereció.Y eso que la arrancada del Espanyol fue frenética. Se apoderó del balón y dejó al Rayo sin argumentos. Deprisa, deprisa, así se manejó el cuadro catalán en esos primeros instantes. Evitó que su rival pensara y encadenó un par de ocasiones que pudieron acabar con un Rayo que se veía sin salidas, pero que no tardó en encontrarlas. Lo hizo Cota, algo habitual cuando el equipo se atranca. Salió como un cohete el capitán de la cueva, lanzó a Llorens, que llegó a la línea de fondo y colocó la bola en el área pequeña, donde cabeceó Luis Cembranos. Voló Cavallero, enorme ayer, y su rechace lo cazó Ferrón, que estrelló su disparo en el portero. Ocurrió el lance en el minuto 13, y fue como un aviso para el Espanyol. El Rayo no estaba para componendas. Un minuto después, Cavallero se jugó el tipo ante Ferrón antes de ver cómo Bolo no llegaba al centro de Luis Cembranos. Fue aquella la mejor manera de cambiar el rumbo de los acontecimientos. El Rayo se había hecho presente, dando un puñetazo en la mesa y mostrándole a su adversario buena parte del catálogo de virtudes que le han llevado al paraíso.

Rayo Vallecano: Keller; Estíbariz, Cota, Hernández, Alcázar; Ferrón (Clotet, m

59), Poschner, Luis Cembranos, Llorens; Michel II (Canabal, m.46) y Bolo.Espanyol: Cavallero; Cristóbal, Pochettino, Rotchen, Navas; De Lucas (Toni Velamazán, m.46), Galca, Roger (Martín Posse, m.56), Arteaga; Tamudo (Casartelli, m.77) y Benítez. Goles: 1-0. M.47. Poschner lanza una falta y Hernández cabecea. 2-0. M.84. Rotchen falla el despeje, el balón llega a Bolo y su disparo, rechazado por Cavallero, llega a pies de Canabal, que fusila. 2-1. M.86. Zapatazo desde 30 metros de Toni Velamazán que sorprende a Keller. Árbitro: Turienzo Álvarez. Amonestó a Alcázar, Hernández, Ferrón, Clotet, Cembranos, De Lucas, Benítez y Rotchen. Expulsó a Cota (m.43) por dos amarillas. Algo más de 5.000 espectadores en el estadio de Vallecas Teresa Rivero.

Sin embargo, el capítulo dedicado al remate no lo tiene el Rayo lo que se dice aprendido. Necesita crear como mínimo media docena de ocasiones de gol para encontrar el premio. No resultó extraño que aquel balón que recibió Michel II en el vértice izquierdo del área pequeña, y que acunó en su pie izquierdo con pasmosa habilidad, se estrellara en la cruceta una vez rematado. Corría el minuto 22 y los rayistas habían desarmado a un Espanyol al que costaba horrores maniobrar. Benítez y Tamudo buscaban continuamente el desmarque, pero la presión del Rayo provocaba que del centro del campo del Espanyol no nacieran más que errores.

Llegó el primer gol al poco de la reanudación, cuando Hernández aprovechó una falta para marcar. Pero de lo que verdaderamente se aprovechó Hernández fue de la actuación de Arteaga, que se quedó mirando el vuelo del balón, sin hacer nada por cambiar su rumbo. El gol fue un justo premio para un Rayo que, sin embargo, no se sintió bien con el marcador a favor. Porque se echó atrás, empujado sin duda por el contrario, y dejó que el ritmo de juego lo marcara éste.

Llegó entonces el momento de Keller, que le birló un gol cantado a Tamudo y estiró toda su humanidad para detener el disparo de Toni Velamazán (m.77). El Espanyol vivía en el área del Rayo, pero éste se sentía a gusto al contragolpe. Y tan a gusto se sintió que Canabal aprovechó el error de Rotchen para marcar el segundo. Todo parecía resuelto, pero Toni Velamazán soltó un misil que superó a Keller. Pero aquello no fue más que un fuego de artificio, una llamada a la épica que no llegó a más. Porque el Rayo, aún con diez, aguantó entero y consiguió mantenerse, y van siete semanas, en el reino de los grandes.

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