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El error Rubalcaba

Como escribe en El Economista uno de sus columnistas habituales, se impone analizar la decisión socialista de retirarse del Consejo de Administración de RTVE y de la subcomisión parlamentaria encargada de proponer las reformas necesarias del Ente. Pero desde cualquier ángulo que se considere se trata de un error grave. Se entiende que, en estas materias de los medios de comunicación, dentro de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, la competencia le corresponde a Alfredo Pérez Rubalcaba. De ahí que en este caso el error figure apellidado en el título de esta columna. Un error con visibles arrastres miméticos respecto a los indeseables y criticados comportamientos adoptados por el PP, ahora felizmente reinante, cuando ejercía las más perversas artes de la oposición.Pero, a ver si nos entendemos, porque debería estar claro desde hace tiempo, al menos desde la campaña electoral de 1979, que las rabietas y las pataletas están excluidas del mundo de los adultos responsables que son candidatos o les sirven de sustento. Y, desde otro ángulo, semejante proceder -la retirada del Consejo y de la subcomisión da la impresión de un recurso a la litost, esa conducta checa tan bien descrita por Milan Kundera que se da un aire con la expresada en el dicho español para que se fastidie el capitán no como el rancho- está fuera de lugar y carece de efectividad. Su adopción revela inmadurez o anticipa la afanosa búsqueda de pretextos encubridores sobre los que cargar las explicaciones de alguna frustración que se barrunta inminente o en los que pueda residir la causa de las dificultades mediante las cuales queda facultado el cumplimiento de adversos presagios.

Es insufrible que, a estas alturas del partido, los socialistas vengan exhibiendo en su descargo como un agravio mediático el cómputo de los generosos minutados dedicados en la televisión pública a cantar las alabanzas de los miembros del Gobierno y de la cúpula del PP, en abierto contraste con la escasa y adversa atención prestada a las opiniones y actividades de los líderes del PSOE. Semejante tarea no pasa de ser un ejercicio infantil carente de significado porque para nada tiene en cuenta la realidad informativa del momento. Se trata de un análisis muy superficial que carece de valor periodístico relevante. Así lo argumentaban los propios portavoces socialistas cuando los entonces sufridos populares argumentaban de análoga manera. Por eso la respuesta adoptada de abandonar el Consejo y la subcomisión como consecuencia de esos cómputos parece impresentable. Los consejeros elegidos a propuesta del PSOE deberían haber permanecido en el Consejo y, por supuesto, los diputados en la subcomisión, que tiene el encargo de proponer las reformas legales del Estatuto por el que se rige el Ente. Es absurdo cuatro años después recorrer los caminos trillados por el PP en la época más negra de sus tiempos de oposición.

Nunca nos cansaremos de repetir que hay que innovar. Calculen, por ejemplo, el efecto causado si el PSOE, en vez de optar por retirarse de las instituciones, hubiera invocado el art. 18 de la Constitución, que "garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen", exigiendo a TVE que en adelante se abstuviera de emitir cualquier imagen o sonido del partido y de sus dirigentes y, en caso de ser imposible aislar esas imágenes de otras colaterales, reclamar que fuera distorsionada la voz y desfigurados los rostros, como se hace con los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Ahí está esperando, por ejemplo, la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de protección al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, cuyo art. 7º aptdo 6 señala como intromisión ilegítima "la utilización del nombre, de la voz o de la imagen de una persona para fines publicitarios, comerciales o de naturaleza análoga" ¿Es que RTVE utiliza la voz o la imagen de los dirigentes del PSOE para algo que no sea la publicidad adversa? En definitiva, con una reclamación de ausencia se habría podido condenar al Gobierno y al PP, que rehusan aceptar cualquier dieta mediática y que persisten en monopolizar los espacios de RTVE a una muerte por empacho. Volvamos a Luis Buñuel y gritemos Vive la grande bouffe!

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