A León, más
Javier Arenas, ex presidente del PP andaluz, es, desde ahora, el conseguidor favorito del alcalde de León, Mario Amilivia. Le ha arreglado lo suyo por 230.000 millones de nada. La Unión del Pueblo Leonés, que era un partido dispuesto a poner en trance de moción de censura al alcalde Amilivia, ha renunciado por la bonita cifra de los millones arriba indicados y el PP ha respirado tranquilo después de ver como su secretario general le ha librado del dolor de perder una alcaldía más de las ya perdidas.El Pacto de Arenas, que es como debe ser bautizado para haber justicia histórica a su capacidad negociadora, ha sido criticado no sólo por los extraños, es decir, por el PSOE muy ardientemente, sino incluso por alcaldes propios en la misma comunidad de Castilla-León, que piden también para ellos dinerito como el conseguido por don Mario. Lo malo de un pacto como el de León es que no está bien, que peca de exceso, no por la cantidad de lo pactado, sino por la calidad y la cualidad del dinero aportado. No se puede pactar un acuerdo entre partidos ofreciendo el dinerito de todos. Eso es lo que ha pasado en León.
Aquí, en Andalucía, ha faltado tiempo para hacer la lectura del ¿y a nosotros cuándo? Es lógico, aunque parezca algo demasiado oportunista, aprovechar cualquier descuido para volver a la carga con lo que nos deben. Pero es que nos lo deben. Eso es lo malo. Lo malo para Arenas es que él, que puede lograr lo de León y haber intentado lo mismo en Baleares o Aragón, no parece hacer nada por convencer al presidente de su partido, y también del Gobierno, de la necesidad de una operación entendimiento en Andalucía para dejar reconocidas las deudas pendientes y aquí, por supuesto, por derecho y con retraso, no como en León.
Javier Arenas ya no es presidente del PP andaluz, pero lo fue y es parlamentario y la memoria histórica nos lo ofrece, todo él ardor guerrero, en los tiempos de la pìnza que tan cara le salió, por cierto, defendiendo y exigiendo el reconocimiento de la deuda histórica que no dudó en cifrar en 120.000 millones de pesetas. A León, por un interés partidario, es decir, bien alejado del interés común que tiene la reivindicación andaluza, ha llevado más.
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