Aznar compara "la alegría" de los congresos del PP con "la desesperación" de los del PSOE
José María Aznar utilizó ayer la ironía y un tono jocoso para comparar "la alegría" y "normalidad" con que el PP ha afrontado la renovación de sus cargos en 17 congresos regionales con "la desesperación" de otros, por el PSOE, a los que imputó "tics autoritarios", no saber aceptar los resultados y decapitar "con rapidez y eficacia" a los ganadores. El líder de los populares concluyó que todas sus convenciones han salido "bien, gracias" y subrayó que no quería ser más explícito. No aceptó ningún problema, crisis o conflicto. Ni siquiera donde hubo dos listas o fueron públicos los enfrentamientos.
El presidente del Gobierno y del PP, que ayer clausuró con su intervención en el congreso de Madrid esta fase de cambios regionales en su partido, no tardó en arremeter contra el PSOE, pero nunca lo citó por sus siglas.Así, José María Aznar empezó felicitando al presidente de los populares madrileños, el reelegido Pío García Escudero, refrendado por el 94,5% de los votos, para resaltar irónicamente su impresión de que no sería destituido. Cuando los más de 2.000 compromisarios, altos cargos de las administraciones y simpatizantes que abarrotaban el Palacio de Congresos dejaron de reír su ocurrencia, precisó que en el PP, "cuando uno gana, pues... ha ganado".
De ese modo quiso marcar las diferencias respecto a la dirección del PSOE, cuyo secretario general, Joaquín Almunia, exigió la dimisión de la nueva ejecutiva de los socialistas valencianos después de que en su asamblea sólo hubiera obtenido el 43% de los sufragios.
Aznar no quiso soltar la presa. Insistió, entonces, en la comparación para probar que en el PP no hay "tics autoritarios" y se respetan "los resultados electorales". Y de nuevo intentó ser bromista al comentar que esos "tics" de los socialistas no son tales, sino actuaciones "con rapidez y eficacia que consisten en que al que gana..." lo decapitan, una frase que prefirió acabar con un gesto. "Nosotros", apostilló, "al que gana lo dejamos y lo felicitamos".
Sin embargo, Aznar no emitió ningún entusiasmo en su balance de las convenciones de su formación. Incluso se reprimió al contestarse a la pregunta que se planteó sobre cómo habían transcurrido: "Cerramos estos congresos y lo hacemos bien. Bien, gracias, y no sería mucho más explícito".
En su opinión, el PP no ha sufrido ningún contratiempo ni bache en este proceso de cambios. Ni siquiera allí donde ha habido distintas alternativas o ha reverdecido la vieja guardia de Alianza Popular. En ese sentido, entiende, "las expectativas han sido defraudadas". "Algunos han tenido que retorcer mucho las cosas para echarnos algo en cara", concluyó en una alusión genérica no se sabe si a los medios de comunicación o a los propios candidatos alternativos.
Aznar también recogió unas afirmaciones anteriores de Rodrigo Rato, el vicepresidente segundo del Ejecutivo y vicesecretario general del partido, sobre la voluntad de gobierno del PP para asegurar que su objetivo es prolongar esa tarea en las primeras décadas del siglo XXI. Y fue en ese momento cuando elaboró una de sus complicadas frases para dar juego a los especuladores electorales sobre la fecha exacta de los comicios generales de la próxima primavera. Recordó que será en abril del 2000 cuando cumpla diez años al frente del PP: "Después de, unos días antes, haber vuelto a ganar".
Asimismo, aprovechó la presencia entre el auditorio de "Jaime [Jaume] Matas", el nuevo presidente del PP balear, que perdió el Ejecutivo autonómico tras un pacto múltiple en su contra, para asegurar que los miembros de esa alianza, especialmente los socialistas, serán "castigados" en las urnas, como en Galicia hace más de diez años tras la moción de censura contra Xerardo Fernández Albor.
Ese ejemplo le sirvió para presumir de la solidez y seriedad del PP; de cómo afronta la renovación el mayor partido de España, por primera vez desde el Gobierno y el triunfo, y de cómo no esconde, tampoco en Cataluña, a ninguno de sus dirigentes.
Finalmente, Aznar volvió a vanagloriarse de la unidad nacional de su partido y la contrapuso tanto a proyectos confederales del PSOE como a "operaciones comerciales que defienden acciones para ventajas de sus dirigentes", en alusión al GIL, de Jesús Gil, y el CDS, ahora de Mario Conde.
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