El precio de la vivienda
Posiblemente, o quizá con toda seguridad, nada de lo que sigue sucederá, pero por un momento imaginemos qué pasaría si:1. Ante la subida acelerada de tipos y su repercusión en la ciudadanía hipotecaria (¿hipotecada?), los usuarios de banca tomásemos la decisión de dejar todas las tarjetas de crédito en el cajón de la mesilla o las devolviésemos a las entidades emisoras y, además, todas las domiciliaciones bancarias (teléfono, agua, gas, luz, colegios) fueran anuladas para pasarnos al pago por ventanilla de las citadas compañías.
2. Ante la mala calidad de entrega de las viviendas o incumplimiento de plazos de promotoras y/o constructoras o incumplimiento de la legislación vigente, el usuario asumiese como una rutina más el esquema siguiente de comportamiento: notario-entrega de llaves-juzgado de guardia.
3. Ante la mala fe, actitud ilegal, soborno, estafa... de ciertas promotoras fantasmas (no promotores, que todos tienen DNI, nombre y apellidos), el usuario creara una potente base de datos en una www donde poder consultar si las personas y/o sociedades a los que vamos a dar el dinero están libres de las conductas delictivas arriba mencionadas. Sólo mediante un fichero público de información al comprador, autoalimentado por el propio usuario y de fácil acceso (http:kkwww.compradores-vivienda.es), sería posible acabar con tanto caradura-estafador venido/ metido a promotor y/o constructor.
Por el momento, todo lo anterior es improbable, pero ¡ojo!, señores banqueros-promotores-constructores: la improbabilidad no es sinónimo de imposibilidad.
Una última cuestión. A las razones apuntadas por don Germán Pérez Barrio (EL PAÍS, 3 de octubre), como causa del aumento de demanda de vivienda y como consecuencia del precio de la misma (creación de nuevas familias e inversión), habría que añadir la comentada en todos los círculos de API y agencias: la economía B, ¡siempre la economía B! ¡Ay, dulce olvido del articulista!- . .
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