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Reportaje:

¿Y cómo consigo trabajo?

Andalucía es la región europea donde se registra más paro entre los jóvenes: un 35 %. Francisco Paneque, malagueño de 28 años, responsable de Juventud de UGT en la comunidad añade enseguida para justificar su "optimismo a largo plazo" que "hace 10 años se llegaba al 44%". Claro, que también reconoce que en ese descenso no sólo han influido las políticas de empleo ni la teórica buena marcha de la economía, sino el descenso de natalidad de la década correspondiente. Paneque, secretario del Consejo de la Juventud de Andalucía, que ha celebrado su reunión anual estos días en Mollina (Málaga), admite sin reservas una evidencia: "Los jóvenes andaluces están muy perdidos, la mayoría no tiene ni idea de cómo buscar empleo". El sindicalista tiene madera de político. Se ríe porque ya lo ha escuchado muchas veces. Tal vez porque confía en que las instituciones ayudan a mejorar las condiciones sociales de la población y porque también asume que "la principal obsesión de los jóvenes es el empleo", ha llamado al seminario que ha coordinado esta semana en Mollina ¡Búscate la vida!: muévete por tu empleo. "Los jóvenes no saben buscar trabajo, no tienen ni idea de sus derechos laborales, firman contratos en blanco; así que hemos intentado darles información, aportar nuestro grano de arena", dice. Paneque ha dirigido uno de los 11 seminarios temáticos del Ágora Juvenil 99 celebrada en Mollina. Más de 300 jóvenes vinculados a asociaciones se han reunido allí para la convocatoria anual del Consejo de la Juventud de Andalucía, órgano consultivo creado en 1985. Los nuevos yacimientos laborales, el turismo rural, las políticas de igualdad, los nacionalismos en Europa, los movimientos asociativos, los derechos de la infancia, los efectos de la globalización o el funcionamiento de los medios de comunicación son algunos de los seminarios de esta edición de Ágora. En ella no han faltado talleres (de educación sexual, de masajes, de decoración de velas, de cómic, de bisutería o de títeres) y momentos de ocio. Entre proyecciones de vídeo, karaoke nocturno, conciertos, malabares y teatro, han destacado dos presencias: la del cineasta Juanma Bajo Ulloa y la de Kiko Veneno, que ofreció el martes por la noche un concierto acústico de clausura junto al guitarrista Raúl Rodríguez, hijo de la cantante Martirio y miembro de la banda de Veneno desde hace unos años. Bajo Ulloa ha participado en Ágora con la proyección de tres vídeos realizados por él para una obra de teatro, donde se critica con mala uva y aires de astracanada la cultura americana en torno a la violencia y la televisión. Los chavales ríen. La mayoría ha visto Airbag y no sus dramas anteriores. El cineasta les cuenta en el tono más irónico y vacilón que puede cómo funciona esto de hacer cine: "Si vas a tu bola y quieres producir al margen de los grandes grupos de comunicación tus películas, después te silencian en los medios afectados", cuenta. Hace chistes, les provoca. Y la gente se ríe, pero preguntan poco. Después de un intercambio de frases ingeniosas, el director les da un único consejo: "Que nadie os engañe: para hacer cine sólo hacen falta ganas, historia y una cámara". El granadino Alejandro Casasola, miembro del Consejo de la Juventud y de la asociación cultural La Veleta, responsable de la organización de Salón del Cómic en Granada, constata una vez más la ignorancia juvenil en temas que les resultan básicos. "No tienen ni idea de cómo funcionan los medios de comunicación, no leen periódicos, sólo ven la televisión y leen cómics; hemos intentado traerles experiencias directas de gente que se busca la vida y trabaja alrededor de la comunicación, que monta documentales o revistas sin que les cueste una millonada", añade este granadino de 30 años. Casasola ha traído desde productores de películas pornográficas a redactores de publicaciones gráficas, ya con solera en la visión satírica o underground, como El Víbora o El Jueves. Cree que el sentido del asociacionismo se encuentra en "ofrecer un poco de información en esta estructura de desinformación en la que vivimos". Admite lo paupérrimo de los números: sólo un 1 % de ellos están asociados en Andalucía. Y recuerda que hace 10 años había motivaciones políticas prioritarias y ahora son residuales. "La gente prefiere contribuir puntualmente con una ONG, dejar su conciencia tranquila y pasar de todo: lo único que les preocupa es el trabajo", comenta.

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