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Velázquez

Preparándome para la exposición de Velázquez, he buscado las palabras de un poeta, Juan Gil-Albert, y de un pintor, Ramón Gaya, cuyas reflexiones son tan conmovedoras que no he podido resistir la tentación de comentarlas para compartir la emoción que me producen. Todo el mundo sabe que Velázquez fue un genio, pero pocos saben decir por qué, y aún menos hay capaces de decirlo tan bien como estos dos autores que coinciden en muchas de sus apreciaciones: ambos consideran que fue un rompedor de los grandes, un verdadero cataclismo, y utilizan palabras como "nada", "vacío", "frialdad" y "genialidad" para describirlo. Según un escrito que tengo de Gil-Albert, Velázquez ocasionó la mayor convulsión habida en el campo de la pintura, y ello fue debido a que la hizo penetrar en terrenos metafísicos que no le habían pertenecido hasta entonces, terrenos que la negaban en su misma esencia porque no utilizó la pintura para expresar una emoción en un soporte de dos dimensiones, sino que evocó la intrascendencia, la incredulidad y la nada. Después de él, pintar dejará de ser un oficio para pasar a ser un problema, el de representar el vacío que llevan las cosas en sí. Si el poeta sentía "consuelo y pavor" ante Las Meninas, el pintor, en Velázquez, pájaro solitario, explica ese pavor por lo que tiene la belleza de silencio final. El vacío sobre el que escribe Ramón Gaya es un vacío lleno y no es la nada sino el todo, la verdadera riqueza del arte. Lo que más desconcierta de Velázquez, según Gaya, es que desaparezca sin dejarnos nada a lo que agarrarnos para disfrutar, como ocurre con Las Meninas, en donde desaparecen el color, la línea, la composición, el estilo y todo lo que tradicionalmente ha hecho que un cuadro sea un cuadro. Velázquez olvida las reglas del juego y se retira a una madurez pasiva y creadora porque no pretende una obra de arte, sino mucho más: "una criatura viva", libre de los requerimientos artísticos; no quiere investigar ni apoderarse de una realidad que aparece en su obra sin necesidad de haberla perseguido y como de paso, porque la vida no es algo para nosotros sino al revés, aunque le guste ser reconocida y cantada. ¿No es conmovedor?BEGOÑA MEDINA

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