AVE: La falacia de una polémica
No hace ni tan solo 150 años, cuando los empresarios, comerciantes y políticos valencianos tenían necesidad de ir a Madrid, invertían cerca de 6 días para llegar a la capital del estado mediante incómodos carruajes arrastrados por caballos. Paraban en las ventas, donde había un servicio de alojamiento y restauración no sólo para las personas, sino también para las caballerías. Actualmente, puede resultar divertido y curioso pensar en el político o comerciante, que realizó su último viaje en carruaje entre Valencia y Madrid. Algún día fue el primero para ellos en subir al tren, logrando reducir su tiempo de viaje de unos incansables seis días, a tan sólo 16 horas gracias a las primeras y más viejas máquinas de vapor. Aquella reducción del tiempo de viaje revolucionó la vida de las persones y del comercio. Por ello, el nombre de revolución industrial con que es conocida aquella época entre los historiadores. El tiempo fue pasando, con él se fue refinando y mejorando la tecnología, los trazados y las infraestructuras ferroviarias en general. En consonancia con ello, la duración del viaje entre Valencia y Madrid fue reduciéndose muy lentamente, aunque tan sólo con la llegada de la década de los setenta del presente siglo, y la introducción de la tracción diesel, permitió reducir sensiblemente el tiempo de viaje, llegando a quedar en tan sólo 8 horas. La segunda revolución en el desplazamiento en tren entre Valencia y Madrid por Albacete, llegó con el final de la década de los ochenta y primeros años de los noventa. Los trenes de tracción con máquina de vapor y los diesel son sustituidos, definitivamente, por unidades eléctricas, y junto con la utilización de los nuevos trenes Intercity y la mejora del trazado, el tiempo actual del trayecto Valencia-Madrid es aproximadamente de 3 horas y 45 minutos (muy poco menos con el nuevo y flamante Alaris, un modelo sobrante de la línea de AVE Madrid-Sevilla). Final de la década de los noventa. La sociedad valenciana clama (principalmente empresarios, políticos y constructores) por un Tren de Alta Velocidad (AVE) como el que une Sevilla con Madrid, con una velocidad comercial de 300-350 km hora. Y ahora llega para mí la falsa polémica, entre si tren de alta velocidad o tren de velocidad alta, entre si trazado norte, centro o sur. ¿Realmente el ciudadano de la calle conoce cuál es la diferencia entre la alta velocidad y la velocidad alta? Falta una información clara y objetiva, información que no llega con fluidez a la sociedad en general. Porque, ¿cuánta gente que clama por la alta velocidad conoce lo que implicará en la reducción del tiempo de viaje, o la diferencia de coste entre una, pongamos por caso, solución norte y solución sur? ¿Cuánta gente conoce que la infraestructura para unir Valencia y Madrid con el tren de velocidad alta ya tiene tramos ejecutados? Vayamos por partes con cuatro datos: La solución con Tren de Alta Velocidad entre Valencia y Madrid (sin saber todavía por donde discurrirá): -Tiempo de viaje calculado: alrededor de 1 hora y 25 minutos. -Coste de ejecución: 400.000 a 600.000 millones de pesetas (3.614,4 millones de euros en el peor de los casos). -Velocidad máxima teórica: 350 km/h. La solución con tren de velocidad alta entre Valencia y Madrid (por Albacete): -Tiempo de viaje calculado: alrededor de 1 hora y 55 minutos. -Coste de ejecución: 200.000 millones de pesetas (1.248,8 millones de euros). -Velocidad máxima teórica: 250 km/h. Estas cifras merecen algunas matizaciones y aclaraciones. El tren AVE necesita una nueva infraestructura y diseño que a buen seguro ocuparía un territorio hoy libre del paso de infraestructuras de transporte, mientras que el tren de velocidad alta, seguiría y utilizaría, más o menos, el actual trazado entre Valencia y Madrid por Albacete, que hoy todo el mundo conoce. Terminemos con algunas preguntas sin respuesta ¿Pero quién decide invertir casi el triple de dinero y destruir nuevos paisajes para reducir el tiempo de viaje de 1 hora y 55 minutos a 1 hora y 25 minutos? ¿Es eso el progreso, reducir el tiempo de viaje entre Valencia y Madrid en 30 minutos? Pienso que progreso y revolución o revoluciones de los transportes se produjeron al reducir el tiempo de viaje de 6 días a 16 horas el siglo pasado, o más recientemente, de las 16 horas de la máquina de vapor a las 3 horas y 45 minutos actuales con Intercity o Alaris. Ahora, con el nuevo trayecto ya en construcción por Albacete y con la tecnología del Euromed (que ya funciona entre Valencia y Barcelona), podremos (o podríamos) ir a Madrid en 1 hora y 55 minutos. ¿Quién tiene realmente interés en reducir ese tiempo a 1 hora y 25 minutos, con el coste económico y ambiental que ello implicaría? Repito y aprovecho la idea de partida de este escrito, encadenándolo con las reflexiones últimas. Pienso que la verdadera revolución en el desplazamiento entre Valencia y Madrid ha estado entre los 6 días en carruaje de hace tan sólo 150 años, y 1 hora y 55 minutos en que podremos ir con el tren de velocidad alta ya en obras por Albacete. La codicia de las grandes constructoras, los grandes negocios de las multinacionales y el hambre de popularidad de nuestros políticos y mundo empresarial, probablemente no den tiempo a terminar de construir y disfrutar del tren de velocidad alta a 250 km/h por La Mancha más llana. Entre muchas de las consultas, encuestas, reflexiones y debates que se están realizando últimamente, sugiero hacer lo siguiente. Terminemos de construir con 150.000 millones de pesetas más la línea de velocidad alta entre Valencia y Madrid por Albacete (que no lo olvidemos ya está en parte ejecutada). Reduzcamos así el tiempo de viaje de las 3 horas y 45 minutos actuales a 1 hora y 50 minutos, y cuando los ciudadanos y ciudadanas de este país hagan servir este nuevo servicio, preguntémosles: ¿Quieren reducir el tiempo del viaje en unos 30 minutos, con un gasto extra por parte del estado de unos 250.000 millones de pesetas, y una desgraciada y nueva actuación ambiental de grave impacto? ¿Tanto tren de alta velocidad para qué? ¡Pero si es que poco a poco, no tendremos tiempo ni siquiera para leer el periódico en los trenes! Total para llegar un poco más pronto a lugares que, algunos sociólogos, definen como "no lugares"(1), donde, la mayor parte de las veces, malgastamos el tiempo en actividades o cosas absolutamente superfluas, como corresponde a una sociedad de la prisa, el estrés y el consumo desmedido como la que nos ha tocado vivir. Aunque este es otro tema. ¿O no? (1) Lugares donde la gente no se comunica de manera amable o más humana y todo es artificioso y mercantilista (salas de espera de los aeropuertos, grandes áreas comerciales, el trabajo en una multinacional, las áreas de descanso de las autopistas, las sales de cine con películas norteamericanas, bodas de famosos (y no tan famosos), las meriendas-mitín de Zaplana a Mestalla dirigidas a personas de la tercera edad...).
Paco Tortosa es doctor en Geografía y especialista en temas de medio ambiente.
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