Blair inaugura un Congreso de los laboristas dividido por el euro
Acosado por las quejas de la vieja guardia, el primer ministro Tony Blair inauguró ayer en Bornemouth la conferencia anual del Partido Laborista confirmando sus ambiciones de reelección y tratando de superar las divisiones por la adopción del euro en el Reino Unido. Los asistentes al cónclave discutirán durante una semana estrategias para mantener el poder y acelerar la transformación del partido en un instrumento clave para la modernización del país y en el pilar de la llamada Tercera Vía, la corriente centroizquierdista que impulsa Blair.
El primer ministro se vió obligado a desmentir versiones en el sentido de que piensa no sólo ganar las elecciones del 2002, sino que tiene la mirada fijada en el próximo periodo, algo que ha generado especulaciones de que Blair quiere permanecer en el poder durante una década, como lo hizo en su tiempo la antigua primera ministra conservadora Margaret Thatcher. "Jamás he dicho que quiero quedarme durante tres períodos", declaró en una entrevista con la BBC. Esa supuesta intención llevó a varios analistas políticos a pronosticar un enfrentamiento con el canciller Gordon Brown, que no disimula sus propias ambiciones.Blair tendrá que convencer a los dirigentes de su partido de que el Nuevo Laborismo marcha en la dirección prevista a pesar de la decepción de sindicatos y sectores de izquierda: le acusan de comportamiento "arrogante" y un estilo proempresarial que ha llevado a varios laboristas de la vieja guardia a describir el Gobierno como "un tatcherismo con pantalones".
Aunque Blair tiene ejemplos para rebatir esas y otras acusaciones (la economía se afianza, el crecimiento está acorde con las metas, los programas de desarrollo social se multiplican y las encuestas le son favorables), el primer ministro no ha logrado cumplir con todas sus promesas.Las criticas principales han surgido de los sindicatos dirigidos por exponentes de la izquierda laborista, que se sienten marginados. Uno de sus dirigentes, Geoff Martin, dijo que al paso que va el Gobierno, en el Reino Unido existe el riesgo de transformar la política "en un deporte de las minorías".
Uno de los temas más candentes es la menos ideológica pero agria disputa que divide a los británicos de las areas rurales por la cuestión de la caza del zorro. Blair, que se opone a la cacería, ha dicho que impulsará una ley para prohibir esa actividad, pero sin especificar cómo ni cuándo. Esto puede tener un enorme impacto político en el poderoso lobby del campo.
Blair y Brown, por otra parte, comenzaron a poner en marcha una serie de planes para contrarrestar los embates de la posición frente a la explosiva cuestión del euro. El proyecto de adoptar la moneda única se mantiene, aunque los laboristas insisten en que la decisión final tendrá que salir de un referéndum, probablemente en el 2002.
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