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Un psicólogo, por favor

JULIO SEOANE Cansados y aburridos de presenciar durante varios años la crisis de los socialistas, y no sólo de los valencianos, nos parece estar viviendo la desesperante escena de un tren que no acaba de marcharse mientras despedimos a un familiar. Poco a poco y sin poder evitarlo, el cariñoso saludo de despedida se va transformando en un gesto italiano al estilo de Vittorio de Sica. Rubalcaba echa la culpa a la endogamia y al ensimismamiento, dos características que conoce muy bien puesto que, junto con Maravall, ayudó a establecerlas dentro de la Universidad que padecemos. Pero se equivoca, porque la endogamia implica un mínimo de relación y esto es puro narcisismo. Al igual que el ensimismamiento supone cierta intimidad y recogimiento, mientras que lo que percibimos en esta crisis es simple egocentrismo. Justo las dos características propias de las sociedades de final de siglo. Por eso, con buen juicio y desde Madrid, recurren a un psicólogo para el tratamiento adecuado de ambas patologías, al que sinceramente le deseo la mejor de las fortunas como presidente de la gestora. Son conscientes de que no se trata de un problema ideológico, es simplemente un conflicto psicológico, desviaciones narcisistas y egocéntricas, como casi todas las que sufrimos en nuestra sociedad. Y ya se sabe, el psicólogo está de moda y lo empleamos para todo. Le pasa como al San Antonio de Padua descrito por Juaristi, es el santo más invocado, realiza milagros de todo tipo y sirve tanto para encontrar pareja como para recuperar objetos perdidos. En este caso, las metas y los objetivos de los socialistas. Es muy probable que cualquier análisis interno de la crisis socialista no consiga nunca explicarla adecuadamente. No queremos aceptar que, además de sus problemas, se están enfrentando al efecto de los nuevos tiempos y en ese sentido perturbará también, antes o después, a los demás partidos. Es el efecto 2000 de los partidos políticos, que pensaron que con sólo dos dígitos, el dígito de la izquierda y el de la derecha, era suficiente para hacer frente a todo tipo de problemas y de sociedades futuras. Narcisos y egocéntricos. Y no es así, ya no queda casi nada de la vieja sociedad industrial, ahora necesitamos todas las dimensiones y sensibilidades para resolver los complejos problemas actuales. Problemas inéditos y cada vez menos parecidos a los de antes. Algo nuevo está ocurriendo y los socialistas son los primeros en sentir sus consecuencias, pero que no se despisten los demás que todo llega. La solución, mañana. Pero no es probable que sea un arreglo interno, puede que les llegue de fuera. Continuarán indecisos, preocupados por los conflictos psicológicos y las desviaciones de personalidad que les afligen, hasta que el proletariado externo, ese concepto tan poético y tan anglosajón, les explique en muy poco tiempo en qué consiste la renovación de los partidos políticos. Y no sólo de los partidos políticos. Mientras tanto, los socialistas valencianos necesitan mucho psicólogo y mucha ayuda humanitaria, los dos procedimientos más frecuentes y más patéticos que nuestra sociedad emplea para echar una mano al prójimo.

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