Jaulas, loros y grillos
Érase una vez una Justicia deseosa de ser prestigiada. Hacía un cuarto de siglo que el dictador no gobernaba. La sociedad estaba inmersa en reformas. Los militares que hicieron la guerra ganadora cobraban el plus de disponibilidad en sus casas. Alguno trabajaba en democracia. Uno, que alcanzó el generalato, logró la jefatura de policía de Ceuta con el GIL. Nuevos tiempos. Los viejos ya no eran de la tercera edad, simplemente tenían años, si es que se puede poseer el tiempo. Vivían en residencias. No existían los asilos. Todo les iba mejor. Además, comían, las hormigas su laringe. Estaban en una residencia ilegal, que no observaron y denunciaron sus vecinos. Agentes ocupados en colocar multas en barrios marginales de la ciudad. Algunos pensaron. Es necesaria una reforma más. La Reforma de la Justicia. Se escribió un Libro. Le llamaron Blanco porque estaba escrito pero había que escribirlo. Nada más ojearlo se lee: los ciudadanos desconfían de la Justicia. Confiémosles. Se hicieron estadísticas, se conocieron problemas y escribieron soluciones. Ya está. La desertización. Construyamos un vergel. Cómo. Incrementemos retribuciones y seremos más independientes, dijeron algunas asociaciones. Al final ni un duro, aunque al más independiente, el fiscal general del Estado, le subieron el sueldo, base, en 11 millones de pesetas. Cardenal dijo: es de justicia, que conste que yo no lo he pedido. Mientras esto sucedía, en Andalucía se ha conocido que un fiscal ha pedido dos años de prisión a un ciudadano que, trepando por una pared, tomó como propia una jaula que contenía dos loros. Y a otro ciudadano se le ha condenado a tres años por apropiarse de 3.000 pesetas de una cabina, telefónica. Cada dos pesetas, un día de cárcel, o a tanto el cuarto. Se paró el cuento y uno preguntó: ¿ésta es la reforma? Sí, ahora los ciudadanos ya saben que va con ellos el palo y tentetiezo y creen necesaria también una reforma del Código Penal, por aquello de proporcionalidad de las penas. No todos pueden ir a la Haya, hay que afanar más de 3.000 pesetas. Siguió, lo de los grillos, ¿por qué? Por lo de la jaula, había que sacar los loros, dijo el del cuento.EUGENIO SUÁREZ PALOMARES
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