Clinton defiende en la ONU el derecho de injerencia humanitaria para evitar matanzas
ENVIADO ESPECIALCon un hilo de voz, el presidente de EEUU, Bill Clinton, defendió ayer en la Asamblea General de la ONU el derecho de injerencia humana para "detener las matanzas" y pidió a la comunidad internacional que refuerce su capacidad de intervención, ya que EEUU "no puede hacerlo todo en todas partes". Fue una clara justificación de la intervención de la OTAN en Kosovo, realizada sin autorización del Consejo de Seguridad, y una respuesta a las críticas por haber tardado en reaccionar en la crisis de Timor Oriental.
La ronquera que padecía ayer el presidente estadounidense no le impidió transmitir además un llamamiento de lucha contra la pobreza que, lejos de desaparecer con el progreso y la globalización, se extiende por el mundo. El ambiente en la Asamblea General cambia cuando interviene el presidente de Estados Unidos y adquiere una solemnidad proporcional al peso que desplaza Washington en el escenario internacional. Ayer no se rompió la tradición, aunque Clinton cambió su costumbre de intervenir el primer día de Asamblea y aplazó veinticuatro horas su discurso en deferencia a la fiesta judía del Yom Kipur.Sobre la guerra de Kosovo el presidente norteamericano fue muy claro al afirmar que "de haber elegido no hacer nada ante la brutalidad" no se hubiera ayudado a Naciones Unidas. "Al contrario, nos hubieramos arriesgado a desacreditar todo aquello por lo que lucha la ONU", afirmó. No esquivó, sin embargo, las críticas de quienes trazaron paralelismos y subrayaron diferencias entre las crisis de Kosovo y Timor Oriental. "Sé que hay gente a la que le preocupa que EEUU y otros países no puedan responder a todas las crisis humanitarias que se producen en el mundo", dijo. "No podemos hacerlo todo, en todas partes. Y el hecho de tener intereses en diferentes partes del mundo no significa que seamos indiferentes a la destrucción de vidas inocentes en cualquier parte del mundo".
La comunidad internacional, en su opinión, debe reforzar su capacidad de intervención para "prevenir y, cuando sea posible, detener los estallidos que producen matanzas en masa y riadas de desplazados". Puso como ejemplos de esa cooperación los casos de Sierra Leona, donde intervinieron países africanos; de Kosovo, con la OTAN, y, finalmente, de Timor Oriental, en donde los países de la región han formado una fuerza de intervención bajo bandera de la ONU. "Cuando nos enfrentamos con campañas deliberadamente organizadas para acabar con pueblos enteros o expulsarles de sus tierras, la atención a las víctimas es importante, pero no suficiente. Debemos hacer lo posible para acabar con la violencia". Sobre las amenazas del terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva, Clinton dijo que no había que ceder al pánico ni tomarlas a la ligera. Todos los países deben asumir estos temas seriamente y mantener una cooperación eficaz. El presidente apuntaba contra Irak, donde la aviación de EEUU y el Reino Unido prosigue sus ataques sin cobertura de la ONU. Clinton mostró su convicción de que es necesario regresar al consenso internacional, como cuando se impidió la invasión de Kuwait. La comunidad internacional, añadió, no puede permitir que Irak ignore las resoluciones del Consejo de Seguridad y reconstruya sus arsenales.
La expansión de la pobreza, con sus secuelas de enfermedades y muerte, también estuvo presente en el discurso del presidente Clinton, que pidió mayores inversiones en educación para ayudar a los "1.300 millones de seres humanos que subsisten en el mundo con menos de un dólar diario". Su receta para cerrar el abismo que separa a los ricos y pobres del mundo es mayor libertad de comercio, mayor liberalización de las economías. "Debemos negarnos a aceptar un futuro en el una parte de la humanidad vive al borde de una nueva economía mientras otros se debaten en el filo de la navaja de la supervivencia", señaló. Las enfermedades son, en su opinión, una seria amenaza para los países más pobres y prometió que EEUU redoblaría sus esfuerzos para combatir las epidemias de "malaria, tuberculosis o sida" que padecen muchos países en vías de desarrollo.
La jornada diplomática de Clinton en Nueva York tuvo además un cierto sabor latinoamericano, pues aprovechó su visita para entrevistarse con los presidente de Argentina, Carlos Menem, Colombia, Andrés Pastrana, y Venezuela, Hugo Chávez. Con la primera entrevista distinguía a un aliado de EEUU a punto de dejar la presidencia de la República; con el segundo, debatía un ambicioso plan de ayuda económico y militar para hacer frente a la guerrilla y al narcotráfico, y del tercero recibía garantías de que la revolución chavista en Venezuela no se saldrá de los cauces democráticos.
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