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La revuelta de los ciscaristas obligó al secretario de Organización del PSOE a no votar a Pla

VIENE DE LA PÁGINA 1 En la reunión entre Lerma, Ciscar y Pla, los dos primeros accedieron a que el tercero ocupase la secretaría general con tal de impedir que el cargo fuese para Antoni Asunción, cuya familia era una de las minoritarias. Una condición: tenía que ser el propio Pla quien rompiese el acuerdo con Asunción. El ahora secretario general del PSPV anunció su rechazo a la lista pactada con Antoni Asunción y reclamó reabrir las negociaciones. Las conversaciones se centraron ahora sobre la configuración de una candidatura basada en los partidarios de Pla y los de Joan Lerma. Al portavoz parlamentario se le ofrecieron únicamente cinco vocalías (tres representantes asuncionistas y dos de Izquierda Socialista) sobre una ejecutiva de 52 puestos. Oferta que, como era de esperar, fue rechazada de plano por Antoni Asunción, que abandonó los despachos del Palacio de Congresos de Valencia donde se estaba negociando. Lerma y Pla, convencidos de que Ciscar no tendría más remedio que entrar en el acuerdo para salvar la cara en Madrid, ofrecieron a los ciscaristas una presencia algo mayor que a los asuncionistas. La oferta no incluía la presencia de Ciprià Ciscar en la nueva dirección. Al conocer la propuesta, los ciscaristas se rebelaron. A esas horas de la madrugada del domingo la tensión era ya insoportable. Congestionados y, algunos, con lágrimas en los ojos, los ciscaristas increparon a Joan Ignasi Pla y, en menor medida, a Joan Lerma. El congreso ya estaba en una dinámica difícil de controlar, especialmente después de que los ciscaristas llevasen semanas arremetiendo contra Pla y sus seguidores. Ciprià Ciscar no tuvo más remedio que no entrar en el acuerdo de Pla y Lerma. El acuerdo, que se había planteado inicialmente como tripartito, también provocó un serio malestar entre los seguidores de Pla, contrarios a pactar con los ciscaristas. A partir de ese momento, los seguidores de Pla y Lerma, ya con la lista presentada, se dedicaron a meter presión a la caldera para que se votase la candidatura presentada y evitar fugas de delegados. Ciscar intentó, ya a la desesperada, buscar apoyo en Asunción que se negó a hablar de una lista alternativa. Pasadas las cinco de la madrugada, Ana Noguera, anunciaba el inicio de la votación.

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