Mal sueño
Las elecciones del domingo 5 de septiembre en Brandeburgo corroboran en el escenario político algo que no sólo refugiados africanos, vendedores orientales o trabajadores turcos, sino también ciudadanos de países europeos están experimentando en ésta y otras regiones alemanas: el acoso racista y la violencia neonazi contra todo extranjero, sin distinciones. Aun cuando la franja de población juvenil que ejerce el terror sea, aún, minoritaria, basta un encuentro casual con ellos en la calle o en el típico tren de cercanías para verse inmerso de repente en una personal noche de los cuchillos largos en la que sólo faltan los uniformes para hacer perfecta la ilusión de que ha vuelto la bestia parda: grupos de rapados vociferantes y borrachos que, aullando canciones nazis, comienzan a buscar en su alrededor una nueva víctima, a la que insultan y amenazan ("¡Auschwitz!", siguen gritando en la calle), y a la que finalmente persiguen, rodean y dan -cuando pueden- una paliza mortal.Nuestro récord familiar: españoles asentados en la frontera con Berlín hemos sufrido cuatro incidentes en un solo año, más o menos resueltos recurriendo a la huida. En todos ellos, quienes observan el siniestro ritual de insultos y empujones a un extranjero han pasado de largo. En todos ellos, la policía ha llegado siempre demasiado tarde. Y después, semanas de insomnios y de pesadillas, la rabia que produce haber recibido una agresión. E, inevitable, el temor: son ya demasiadas las situaciones en que tengo miedo cuando mi hija de tres años rompe a hablar en español en público.
Creo urgente presionar a Alemania desde fuera para que deshaga este mal sueño, reeducando a su población en lugar de utilizar políticamente la xenofobia como válvula de escape, impidiendo la propaganda neonazi, persiguiendo como auténticos criminales a los racistas, que en los pueblos todo el mundo conoce.
Para que mi hija pueda seguir hablando en castellano y a la vez amar Brandeburgo. Y porque, de no hacerlo, con Brecht: "... cuando vinieron a por mí, ya no quedaba nadie que pudiera protestar".- . , Alemania.
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