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FÚTBOL Competiciones europeas

El Valencia recupera su prestigio

El equipo de Cúper muestra un gran coraje para derrotar al Glasgow Rangers en Mestalla

El Valencia entendió que era cuestión capital recuperar su prestigio, dilapidado en un arranque inesperado de Liga. Y lo hizo por todo lo grande, recurriendo a lo que le había dado el éxito la pasada campaña: el coraje, amén de algún retoque táctico de Cúper que le vino de perlas. Las reuniones durante la semana del técnico con los jugadores surtieron efecto: cada balón lo pelearon con voracidad a la vez que el entrenador cedía en una de las peticiones de los jugadores: jugar con un doble pivote. Como consecuencia de esto, el Glasgow Rangers, que tanto había presumido de poderío en las horas previas al partido, salió enpequeñecido de Mestalla: dejó una estampa de equipo rudo y rácano de fútbol.Cúper dio por fin su brazo a torcer e introdujo una variante en su dibujo (el doble pivote, con Gerard y Albelda, sustituyó al rombo en el centro del campo), de la que el grupo salió muy beneficiado: era un equipo mucho más compacto que el de la Liga, mucho más homogéneo, además de que los jugadores se encontraban infinitamente más motivados que en el campeonato español. Puesto que ni Albelda ni Gerard, cada uno por separado, habían podido cumplir con las grandes exigencias que para el medio centro demanda Cúper, el técnico optó por colocarlos juntos, repartiéndose el círculo central. Y acertó.

VALENCIA 2 GLASGOW RANGERS 0

Valencia: Cañizares; Angloma, Björklund, Pellegrino, Carboni; Mendieta, Albelda, Kily González; Gerard; Sánchez (Angulo, m. 80) y Claudio López (Ilie, m. 67).Glasgow Rangers: Charbonnier; Porrini (Kanchelskis, m. 68), Amoruso, Moore, Vidmar; Reyna, Ferguson, McCann (Albert, m. 46); Van Bronckhorst (Johansson, m. 83) Mols y Amato. Goles: 1-0. M. 57. Moore, en propia meta, tras un centro de Sánchez. 2-0. M. 69. Kily dispara tras un pared con Sánchez dentro del área rival. Árbitro: Lubos Michel (eslovaco). Amonestó a Moore, Ferguson, Charbonnier y Sánchez. Unos 40.000 espectadores en Mestalla.

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El doble pivote, clave

El Valencia salió enrabietado para borrar la mala imagen liguera. Encimó al Rangers con valentía y como respuesta Moore cazó al Piojo López por detrás en el minuto 3. El delantero argentino, doliéndose de la rodilla, anduvo renqueando durante todo el partido. ¡Qué manera más fea de borrar a la estrella del rival! Tocado físicamente el Piojo, el trabajo del experimentado defensa italiano Amoruso resultó muy sencillo. El Rangers, que tanto había cacareado sobre las excelencias de su juego, se vio pronto que era mucho menos de lo que pregonaba. Lo que nadie había advertido sobre el Rangers era su rasgo más distintivo en Mestalla: las patadas que repartió. Ante la permisividad del árbitro. En eso, insuperables. El despliegue físico de Mendieta en esta primera parte fue emocionante. Lástima que tuviera tan poca compañía ofensiva. Por el interior izquierdo, el Kily González sufrió el efecto gaseosa: empezó espléndido y se fue diluyendo, como si acusara su escasa disposición física. El Valencia mereció marcharse al descanso por delante, pero la fortuna no estaba de su parte. Ni siquiera cuando Angloma cabeceó alto un centro del Piojo y el árbitro, ante el asombro de público, dirigió su brazo derecho hacia el penalti. Pero no lo hubo: rectificó y dijo que era falta de Angloma.

Las intenciones del Rangers se vieron inmediatamente comenzada la segunda parte: su portero, el francés Charbonnier, ya estaba perdiendo tiempo. El Valencia acentuó su ambición magistralmente lanzado desde la defensa por Pellegrino. Entonces apareció Sánchez, penetró por el pico derecho del área, centró hacia atrás y precisamente Moore encontró su penitencia: marcó en propia puerta.

La defensa escocesa hacía agua por todas partes y mucho más su portero, que tenía las manos blandas. Así lo comprobó Angloma en su pifiado y suave lanzamiento, que el meta francés no atajó permitiendo el remate a gol de Piojo. El juez de línea, por contra, anuló la acción por fuera de juego. El Valencia vivía ya muy feliz a la contra, con la grada entusiasmada pensando lo que podría hacer el Piojo con espacios por delante. Eso, si el Piojo fuera el Piojo y no ese jugador renqueante. Su entrega, en cualquier caso, fue extraordinaria.

Lo mejor estaba por venir. Kily echó mano de su carácter para resurgir. Se marchó el interior argentino fuera de su hábitat natural: pisó el pico derecho del área escocesa y buscó una asociación con Sánchez. Una pared al primer toque de alto diseño que dejó inerme a toda la defensa rival, coronada con un disparo cruzado a media altura de Kily. La jugada más bella de la noche.

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