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NUEVO ESCENARIO ECONÓMICO

Precios, geografía e historia

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

Los resultados económicos dependen de múltiples factores, pero los más importantes se pueden agrupar en tres categorías. Los resultados económicos dependen de lo que haga el Gobierno (la política), de lo que hayan hecho los Gobiernos anteriores (la historia) y de lo que esté sucediendo en el resto del mundo (la geografía). Y de mil cosas más, incluida la suerte.Cuando las cosas van bien, los Gobiernos se olvidan de la geografía y la historia. Cuando la inflación se reducía, no había que agradecérselo a las reformas realizadas por los Gobiernos anteriores ni se debía a que en el resto del mundo estuvieran bajando los precios. El descenso de la inflación había que atribuírselo al Gobierno. Sin embargo, cuando algo va mal, los Gobiernos se preocupan de resaltar que ello se debe a la mala gestión de los Gobiernos anteriores (la historia) y a que en el resto del mundo (la geografía) se han producido cambios de los que no se puede escapar la economía nacional. Esta forma de actuar es normal en todo el mundo y los partidos de la oposición suelen hacer lo contrario.

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Por ello no sería nada raro que, a la vista del repunte de la inflación en España, el Gobierno empezase a responsabilizar a los Gobiernos anteriores y a los cambios que se están produciendo en la escena internacional. Aprenderemos que la historia y la geografía son la causa de nuestros males. Y no habría que asombrarse si se actuara así, pues estaría comportándose, como antes, de la forma esperada y usual en política.

Lo que sucede es que, en el caso concreto de la aceleración de la inflación española, no es fácil utilizar el pasado ni lo que pasa fuera. Por el lado de la historia, han pasado ya tres años y "los Gobiernos anteriores" son el mismo Gobierno que tiene que dar cuentas hoy de ese repunte inflacionario. Si, a pesar de todo, se quisieran echar las culpas a los Gobiernos anteriores, habría que admitir que también tuvieron algo que ver con la reducción con que se encontró en los primeros años. La historia, en este caso, mas que ayudar, puede complicar la vida.

Por el lado de la geografía, es verdad que la subida de los precios del petróleo es algo que no controla el Gobierno. Pero el problema de la inflación en España no es tanto que sea cada vez más alta, sino la diferencia entre nuestra tasa de inflación y la de los socios europeos. Por poner un ejemplo de un país absolutamente inmerso en la economía internacional, Suecia, su inflación anual, esto es, el aumento acumulado de los precios en los últimos 12 meses, ha sido del 0,1%. La subida de los precios de España en dos meses ha sido del 0,7%. La diferencia se puede ver en términos relativos: en dos meses en España los precios para el consumidor han subido siete veces más de lo que han subido en un año en Suecia. O si se quiere ver de otra forma: si Suecia mantuviese su ritmo actual de inflación, necesitaría siete años para subirle al consumidor los precios lo mismo que han subido en España en dos meses. Pero también es importante la diferencia de la inflación en términos absolutos, ya que son mas de dos puntos en relación a Suecia y por encima de un punto en relación a los países del euro.

¿Por dónde pueden ir los intentos de eludir la responsabilidad? La imaginación crece en los momentos difíciles, y por tanto no hay que descartar que, además de la geografía y la historia, existan otras explicaciones que liberen de responsabilidad al Gobierno. Intentar no aparecer como responsable de lo que va mal forma parte del juego de la política. Lo preocupante es que, para no aparecer como responsable de un problema, se utilice una salida peligrosa, la de decir que no hay problema. Porque convencer de que uno no es responsable de un problema tiene consecuencias políticas pero no afecta a la economía. ¡Que se peleen ellos! Pero si se intenta convencer a la opinión pública de que no es especialmente grave tener una inflación como la española, ello tendría consecuencias económicas, porque se estaría destruyendo un consenso que, desde que apareció Fuentes Quintana en la televisión, ha costado décadas construir.

Nadie piense que, para quitar preocupaciones, puede venir a ayudarnos Krugman, que ha recomendado a la Unión Europea una inflación del 2,5%. Nuestro problema no es el nivel de inflación, sino la diferencia con la de nuestros socios europeos. Aunque se estuviera de acuerdo con que un 2,4% no es especialmente grave, ello sólo sería cierto si nuestros socios estuvieran también en el 2,4% anual. Lo que nos debe preocupar, estando dentro de una unión monetaria, es la posible pérdida de competitividad. Todavía la pérdida de competitividad de la economía española no ha sido muy importante, y además no se nota porque los efectos de la pérdida de cuota del mercado español por parte de las empresas españolas están siendo compensados con creces por el crecimiento de la demanda interna. Pero todos sabemos que este tipo de crecimiento no es sostenible, y si empezamos a decir que no hay que buscar responsables del problema porque no hay tal problema, los olvidados críticos de la unión monetaria tendrán razón, porque dentro de ella no cabe corregir las diferencias de competitividad por la vía fácil de la devaluación. Diciendo que no hay problema estaremos creando problemas. Eso sí, para los Gobiernos que vengan después, para la historia.

Miguel Ángel Fernández Ordóñez es economista y abogado.

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