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Tribuna
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Rutina

Rosa Montero

Tenía la firmísima intención de escribir hoy un artículo jaranero y chistoso, pero la realidad se empeña en ser tan corrosiva que te arranca la risa de la garganta. Ya estamos instalados de nuevo en otra masacre. El horror ha empezado a convertirse en una rutina: primero se calienta la situación política de un país; luego los observadores llegan a la total y unánime conclusión de que va a comenzar la escabechina de inmediato; después todos los periodistas y los delegados de la ONU y demás extranjeros salen por piernas; seguidamente estalla en efecto la atrocidad, amparada por la obscena soledad de verdugos y víctimas; a continuación los dirigentes de la ONU y de los países democráticos se muestran de lo más sorprendidos y consternados, como si nadie se hubiera podido esperar esa barbarie; por último, todos nos ponemos a marear la perdiz impunemente: los políticos perdiendo la fuerza por la boca, los burócratas perdiendo el tiempo en burocracias, los intelectuales perdiendo el intelecto en bizantinas discusiones sobre el militarismo y el pacifismo. Y, mientras tanto, la tierra va empapándose con la sangre irremediable de las víctimas.Hoy el infierno se llama Timor, pero mañana se llamará de algún otro modo. Somos tan impresentables los humanos que el horror va estallando sin solución de continuidad por todo el planeta. Esto es, nos matamos tan deprisa que a la comunidad internacional no le da tiempo suficiente para reflexionar y adaptarse a la nueva era. Porque sin duda vivimos tiempos nuevos. La comunicación instantánea está convirtiendo la vieja costumbre humana del genocidio en un vicio demasiado visible e indecente. Sí, ya sé que en los últimos conflictos ha habido mucha hipocresía y mucho interés oculto, pero también hay una nueva sensibilidad internacional. Hay que actuar, y no sólo en Timor: hay que prepararse para el futuro y reformar la ONU urgentemente. Ahora que vemos y sabemos, no podemos dejar que los matones maten. Porque siempre habrá matones: la humanidad es así. Qué especie tan detestable: la próxima reencarnación quiero ser perro.

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