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Schröder y el SPD se enfrentan hoy a un nuevo revés electoral

Los sondeos apuntan una nueva derrota en Turingia y Renania del Norte-Westfalia

Pilar Bonet

El ejercicio del poder se ha convertido en un vía crucis para Gerhard Schröder cuando aún no se ha cumplido un año desde que asumiera la cancillería federal de Alemania. El debilitamiento de su liderazgo y las divisiones internas que crispan al Partido Social-Demócrata (SPD) ensombrecen la gestión del primer canciller de Alemania que inaugura la temporada política instalado en Berlín. Hoy afronta nuevos desafíos políticos con las elecciones regionales de Turingia y las municipales de Renania del Norte-Westfalia con los pronósticos en contra.

Schröder está perdiendo incluso su carisma con los medios de comunicación -sus grandes aliados- que le han criticado por su intolerancia ante dos programas televisivos, uno que ironizaba a costa de su esposa, Doris, y otro que le ha mostrado a él como un títere con piercing en los pechos. Hoy, el líder socialdemócrata vuelve a enfrentarse a dos nuevas pruebas políticas: las elecciones regionales en el land (Estado federado) de Turingia y las municipales en Renania del Norte-Westfalia. Los pronósticos en ambos casos son pesimistas y la importancia de ambos comicios de cara al clima psicológico es comparable a los del domingo pasado, aunque en esta ocasión no hay amenaza de que empeoren las condiciones del SPD en el Bundesrat (la cámara de las regiones).

El 5 de septiembre, el SPD perdió su mayoría absoluta en el land de Brandeburgo, donde la extrema derecha se coló por primera vez en el Parlamento regional. En el Sarre, que ha sido un feudo incuestionado del SPD durante tres lustros y la base de poder del ex jefe del partido Oskar Lafontaine, el SPD tuvo que dejar el Gobierno a la la Unión Demócrata-Cristiana (CDU).

Turingia, una región de la Alemania profunda, en la ex RDA, es gobernada por una coalición de la CDU (que obtuvo el 42% de los votos en 1994) y el SPD, que obtuvo el 29%. El peso de la región en el conjunto de Alemania es reducido (el 4,5% del territorio, el 3% de la población y el 1,8% del PIB). La peor humillación que puede sufrir el SPD en estas elecciones es quedarse por debajo del PDS, los ex comunistas de la RDA, que en 1994 lograron un 17% de los votos. Las últimas encuestas indican que el SPD puede esperar un 22% y el PDS, un 21% de los votos. A la CDU, le pronostican un 45% .

Fracaso en Colonia

En la región de Renania del Norte-Westfalia, uno de los gigantes económicos de la RFA que es parte de la región más poblada de Europa, se eligen unos 400 consistorios. Los resultados indicarán en qué medida el SPD conserva su arraigo tradicional a la cuenca del Ruhr. El fracaso socialdemócrata está ya cantado en Colonia, la cuarta ciudad de Alemania, donde por primera vez en más de tres décadas, el alcalde no será un militante del SPD. El candidato socialdemócrata, que aún figura en los carteles preelectorales, ha sido retirado ante las acusaciones de haberse aprovechado de informaciones privilegiadas en beneficio propio. En el mejor de los casos, el SPD tendrá que contentarse con apoyar a la candidata verde para la alcaldía de Colonia. Es probable que una parte de las pérdidas que esperan los socialdemócratas (entre el 5% y el 10% de los votos) sean el castigo de una parte de sus electores tradicionales, poco solidarios con los planes sobre pensiones e impuestos del Gobierno. El portazo que Oskar Lafontaine dio en el partido y en el Gobierno en marzo pasado, al dimitir de todos sus cargos, ha tenido crecientes secuelas en el SPD. Las divisiones internas amenazan con dar al traste al laborioso trabajo que Lafontaine realizó durante los dos años previos a los comicios de 1998 para disciplinar y aglutinar en torno a un fin a los militantes del partido.

Consciente de que lo que está en juego ya son las próximas elecciones legislativas (dentro de tres años), Schröder ha dado esta semana dos pasos tácticos para recomponer la unidad. Por una parte, el canciller ha nombrado secretario general del partido a Franz Müntefering, el funcionario que fue una pieza clave de cara a la victoria de 1998. Por la otra, el canciller ha integrado a Reinhard Klimmt, el perdedor de las elecciones de Sarre, en el Gobierno con el cargo de ministro de Transportes y Obras Públicas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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