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Rebeldes a tiempo parcial

Desde hace 16 años, cada septiembre, el rugido de unas peculiares motos atruenan por las calles de Benicàssim y Castellón. El Grao castellonense ha recibido este fin de semana a unos 2.000 moteros que a bordo de sus máquinas Harley-Davidson rinden culto a esa marca norteamericana. Con sus atuendos espectaculares y sus motos completamente personalizadas, aficionados a las Harley de toda Europa llevan a cabo durante tres días unas jornadas de convivencia, que finalizan hoy domingo en torno a esa legendaria moto de origen norteamericano. Christian Ullmann lleva seis años consecutivos acudiendo a Castellón. "Tardamos dos días en recorrer los 1.300 kilómetros que nos separan de Berna". Ullmann, acompañado de otros ocho motoristas helvéticos, ha hecho durante esos años muchos amigos de Francia, Holanda y Madrid. Este mecánico suizo asiste a cinco o seis concentraciones por año: "La de Castellón es sin duda la mejor del mundo", asegura. La concentración organizada por el Big Twuin España es ya un acontecimiento fiel a los finales de verano en la playa del Pinar de Castellón. La cita de los amantes de estas máquinas es tan incondicional que incluso desde ayer al mediodía una calle de la capital castellonense está rotulada con el nombre de este evento. La moto es la excusa perfecta para poder hacer amigos de todos los rincones del mundo que al menos comparten una misma afición. "La gente dice que tener estas motos es caro", arguye Ramón Pardeño, un empleado de Telefónica asiduo a Castellón, sin embargo, "lo cierto es que con el dinero que muchos dedican al fútbol o a ir a discotescas de bakalao yo paso la revisión de mi moto", aclara. Una moto "normalita" puede rebasar los tres millones de pesetas; hay algunas que llegar a valer hasta 10 millones. La leyenda de esta moto define a su usuario como un tipo repleto de tatuajes, con pelo largo, cazadoras de cuero, botas de piel y bebedor compulsivo de whisky o cerveza. Uno de los participantes procedente de Valencia apunta a que esos tópicos hace que la gente piense que se transfiguran el fin de semana, dejando la corbata por la cazadora. Algo de eso hay, reconoce, aunque el precio de la moto impone que su dueño proceda de una clase media o alta. A Miguel Aguilar, uno de los organizadores, le gusta definirse como "rebelde a tiempo parcial". Los aficionados a esa moto con más de 100 años de historia dedicaron ayer la jornada vespertina a los juegos de habilidad y equilibrio sobres sus monturas mecánicas. Lo que más público atrajo fueron las pruebas de aceleración. La pista de aterrizaje del aero-club de Castellón, pegado al mar, fue el escenario escogido para realizar dichas demostraciones. Por la noche, la presencia de la poderosa banda de Doctor Feelgood ofrecieron diversión a los concentrados en el Pinar castellonense. El precio de la inscripción incluye sitio para acampar, cena de pulpo y sardina, la paella de hoy y las actuaciones.

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