Buitres o aerogeneradores
La paradoja: la Federación Andaluza de Asociaciones de Defensa de la Naturaleza (FAADN) se opone a la instalación de cuatro parques éolicos en la provincia de Málaga. Casi 200 aerogeneradores que proporcionarían energía limpia, renovable y barata. La explicación: se pretende colocarlos en lugares de paso y nidificación de varias especies de aves, entre las que destacan los buitres negros y leonados. El conflicto: ¿cómo compaginar ambas cosas? Para la FAADN, las prioridades están claras. "Los parques deben ajustarse al comportamiento de la fauna. No es lógico instalar una planta eólica a dos kilómetros de una buitrera", explica Consuelo Atencia. El problema es que los buitres chocan contra las palas de los aerogeneradores, que giran a 45 metros de altura. Cada año, según Atencia, mueren entre 40 y 50 de estos animales en el parque de Tarifa. "No estamos hablando de gorriones", señala. "Los buitres adultos tienen 2,80 metros de envergadura y pesan 12 kilos. No pueden cambiar de trayectoria en un instante: vuelan a vela, aprovechan el viento y dependen de él". Igual que los parques, para cuyo emplazamiento también se buscan zonas altas y ventosas. Gamesa S.A., la firma promotora, planea construir las cuatro plantas eólicas que han suscitado esta discordia en áreas montañosas: en la Sierra de las Cabras, en Antequera, en la Sierra de Mijas, en Las Pedrizas, también en la Comarca de Antequera, y en Santopitar, en los Montes de Málaga. Según Atencia, interfieren gravemente con las rutas migratorias de los buitres leonados jóvenes, que son más frágiles e inseguros de lo normal porque están aprendiendo a volar. La FAADN esgrime un estudio de la Sociedad Española de Ornitología, sobre la "Incidencia de las Plantas de Aerogeneradores sobre la Avifauna en la Comarca del Campo de Gibraltar", en el que se explica que Málaga alberga las vías migratorias de numerosas especies, no sólo buitres leonados y negros, sino también alimoches, milanos europeos y reales, águilas culebreras, perdiceras y calzadas, cigüeñas, cernícalos... Consuelo Atencia señala el cielo y dice: "Por aquí pasa Europa entera". Pero no la misma Europa que aplaude la introducción de la energía eólica y la favorece con cuantiosas ayudas institucionales. España es el tercer país de la Unión Europea en producción de esta clase de energía, y el sector sigue creciendo. Porque, además de renovable, es rentable; los parques eólicos dejan grandes beneficios a las empresas eléctricas. En Andalucía hay 115 en explotación y 43 en ejecución. La FAADN insiste en que no cuestiona esta forma de energía, sino "la concentración masiva de aerogeneradores en el Campo de Gibraltar y el cordón montañoso malagueño". Cada instalación, añaden, no puede analizarse individualmente, hay que medir el efecto acumulativo del conjunto: planificar a gran escala. El delegado de Medio Ambiente en Málaga, Ignacio Trillo, disiente de esta visión. No cree que el número de parques en la zona sea excesivo. "Los ecologistas", explica, "defienden la energía eólica en abstracto, pero ponen muchos obstáculos a su implantación efectiva". Trillo asegura que cada instalación va precedida de un estudio de impacto ambiental, que la administración controla hasta el último detalle, y que ninguna actuación dañina recibe aprobación legal. Trillo pone como ejemplo el parque eólico de Casares, una planta cuyo Estudio de Impacto Ambiental se aprobó recientemente, con condiciones adicionales marcadas por la Consejería: es necesario hacer un estudio de la incidencia del parque sobre la avifauna durante al menos dos años, hacer informes semestrales, y, si fuese necesario, trasladar o desmantelar los aerogeneradores peligrosos. A esto, la FAADN responde con sorpresa: "las medidas correctoras deben tomarse a priori, no con el parque ya construido y funcionando". La batalla será larga y compleja.
