Potestad
E.CERDÁN TATO El Vaticano ha explanado el tenebroso infierno y el reino de los cielos, y los ha puesto a la venta en el mercado de bienes raíces. La sutil especulación, ha precipitado a Satanás y a su desdichada plana mayor, a la cola de la oficina de empleo, que es donde se churruscan las vísceras y la paciencia a fuego lento y nada metafísico. Mientras el Vaticano aligeraba la mecánica de los novísimos y le arrancaba al demonio la botonadura de sus poderes sobrenaturales, la Generalitat se personaba con su presidente y toda su coreografía, en Colombia. Zaplana llegó como un mensajero de buena voluntad, atendiendo a la invitación del presidente Pastrana, y no como aquellos conquistadores que chapaban en la herrería, antes de mandarlos a desplumar indios. A Zaplana lo ha guiado el deseo de resolver los graves problemas de aquel país. En Bogotá, Zaplana no sufrió desplante alguno, como en Oropesa. Muy por el contrario, nada más llegar, los ladrones lo visitaron, con toda puntualidad y delicadeza, y lo despojaron limpiamente. Luego, Zaplana asistió a una huelga general, abrazó a dos españoles evadidos de sus secuestradores, cenó con Pastrana y se entrevistó con algunos ministros. Tantas proezas no pasarán inadvertidas. Como tampoco pasará inadvertido, el hecho de que Zaplana inicie su segundo mandato en tierras americanas. Zaplana está haciendo prácticas malabares de asuntos exteriores. Abel Matutes que es un navegante de nubes y, como él mismo dice, un "cacique bueno", ya tiene dispuesto el reemplazo: por un lado Jesús Gil, con flores a Marruecos; y por otro, Eduardo Zaplana, con las antiguas colonias americanas. Y ni Gil ni Zaplana pilotan nubes: conocen el emplazamiento exacto de la yugular. Sólo el Vaticano que está saldando las postrimerías, puede darle una vuelta más a la rosca teológica y dejarlos a extramuros de la nueva cosmogonía. Y no porque apesten a azufre ni exhiban atributos diabólicos, sino porque son potestades y las potestades ya carecen de avales. Y el Santo Padre que ha sido capaz de reducir el infierno a una abstracción, lo mismo hace de Terra Mítica un buñuelo de viento, y deja a Zaplana de diablo cojuelo.
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