Raúl y el susto de su primer paso atrás
Dijo que no se siente el líder de la selección, que tampoco está dispuesto a serlo y que ni siquiera cree que sus compañeros le vean como tal. Raúl González, que hoy cumple 25 partido con el equipo nacional, está llamado a acaudillar el fútbol español y su selección, y probablemente pese a sus 22 años ya lo haga. Pero públicamente no lo acepta. Al menos, no ayer. Desconocido arranque de modestia, pudor, moderación o prudencia en un jugador que hasta la fecha nunca había temblado ante las grandes declaraciones. Que no le da vértigo proclamar su deseo de ser el mejor jugador del mundo, que le pone cara de duro a todo, que disfruta con los desafíos. Pero ayer, seguramente por primera vez en una trayectoria llena de osadía y descaro, Raúl Gonzalez retrocedió ante un encasillamiento de enormes dimensiones. ¿Se siente el líder de esta selección? "No". ¿Cree que sus compañeros sí le ven como tal? "No". ¿Estaría dispuesto a asumir ese rol? "No". Tres noes tan rotundos como sorprendentes para la boca que los pronunció. "Aquí todos somos importantes, todos tenemos que asumir nuestro papel de responsabilidad", añadió. Y se dispararon las alarmas. Posteriormente, en respuesta a otras preguntas hechas en la conferencia de prensa a la que el futbolista se sometió ayer, volvió a asomar el genuino Raúl, el de la cara de malo para todo y el desafío permanente.
¿Usted, que le marcó cuatro goles a se ha puesto en la piel del portero austriaco del 9-0, Wohlfahrt? ¿Se pone en la del que va a jugar esta vez, Manninger, el guardameta del Arsenal? "No, me da lo mismo quién esté de portero en el otro equipo, pero prefiero a los mejores, no quiero excusas". ¿Por qué España ha ganado tanto últimamente en categorías inferiores? "El secreto es que somos muy buenos". ¿Después de marcar cuatro goles el día del 9-0 a Austria se plantea ahora anotar cinco? "No reparo en el número, pero sí, siempre se me pasa por la cabeza marcar muchos goles".
Y así, pese al sobresalto inicial por sus tres contundentes negaciones, los que creen que el verdadero motor de Raúl se ubica precisamente en su descaro volvieron a respirar tranquilos.
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