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El Ayuntamiento quiere reducir la doble fila con más aparcamientos en batería

Antonio Jiménez Barca

La primera actividad del nuevo concejal de Circulación, Fernando Martínez-Vidal, del PP, ha sido la de aguantar consejos: "Todos mis amigos y conocidos aseguran que tienen la solución para el atasco de Madrid". La segunda, seleccionar las ideas buenas. Una de ellas, a juicio de Martínez-Vidal, es la de extender el aparcamiento en batería para acabar con la doble fila. La medida ya la puso en práctica el edil en la pasada legislatura, en el distrito de Salamanca, del que era el responsable.

Sustituir en una calle el sistema de aparcamiento en línea por el de batería trae, en principio, consecuencias funestas para el tráfico: se pierde un carril de circulación. Esto sería así en el mejor de los mundos, pero en Madrid, según precisa el concejal Martínez Vidal, ese carril de sobra que deja libre el aparcamiento en línea "está ocupado siempre por un vehículo en doble fila". En sus años como concejal del distrito de Salamanca (1995-1999), Martínez-Vidal vio que si sustituía la línea por la batería "en la realidad tenía el mismo número de carriles, cabían más coches aparcados y se terminaba con la molesta doble fila". Convencido de que el sistema funciona, el edil está dispuesto a extender el aparcamiento en batería por "los distritos en que se pueda"."Hay que tener en cuenta que para poner el aparcamiento en batería, la calle debe ser lo suficientemente amplia. Pero en distritos como Chamberí, Arganzuela o Retiro, parecidos al de Salamanca, sí que se puede y sí que se hará", añade.

De todo el conjunto de ideas que el concejal responsable de la circulación maneja actualmente, existe una original y novedosa: pintar de rojo el carril-bus.

Martínez-Vidal, que confiesa que una de sus obsesiones es que "el carril-bus esté libre", sostiene que esto reduciría las invasiones: "Psicológicamente, el conductor se cortaría más, vería que ese carril es distinto, algo que no se puede invadir".

Indisciplina

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El concejal de Circulación está obsesionado con otra cosa: la indisciplina. Para contrarrestarla, augura medidas leves ("campañas de concienciación") y otras más graves ("endurecer ciertas multas, como la carga y descarga, o el entorpecer un carril-bus").

El concejal de Circulación va a intentar también que las empresas concesionarias de los aparcamientos municipales de rotación, que ahora dividen las fracciones para pagar en medias horas, "impongan un sistema tarifario para que se pague el tiempo exacto que se utilice". "Lo que no es normal ni aconsejable es que mientras la calle de Velázquez está llena de coches, sin sitio para aparcar, el aparcamiento subterráneo se encuentre vacío; si para eso hay que presionar a estas empresas para que cambien el sistema, de forma que se pague lo que se consuma, se hará", añadió el concejal.

Martínez-Vidal ha permanecido en agosto en la capital. Y tiene un dato en la cabeza: "En agosto, cuando todo parece que marcha bien y se circula de maravilla, hay sólo un 20% menos de coches que en los meses, por decir así, laborables. Ni un 50%, ni un 40%: un 20% menos sólo. Por tanto, si consiguiéramos que en la capital circulara un 20% menos de vehículos, el problema del tráfico empezaría a solucionarse". Para que esto ocurra, según Martínez-Vidal, es necesario que se ponga en práctica "todo un conjunto de pequeñas medidas".

Además de las citadas, el concejal de Circulación piensa en otra: "Los parquímetros, que empezarán a ponerse el año que viene, convencerán a los conductores de que plantar el coche en el centro no es gratis. Muchas ciudades los tienen. En esto de la circulación, todo está inventado".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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