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Fomento tumba por "innecesaria" la petición de Ruiz-Gallardón de asumir la gestión de cercanías

El secretario de Estado de Infraestructuras, Albert Vilalta, despejó ayer cualquier duda sobre cómo ha recibido el Ministerio de Fomento las pretensiones de la Comunidad de Madrid de hacerse con la gestión de la red de cercanías regional. El brazo derecho del ministro Rafael Arias-Salgado tachó de "innecesaria" una transferencia de esta naturaleza, porque el servicio que en la actualidad ofrece Renfe es, a su juicio, "importante": tanto en lo relativo a la puntualidad como en los demás aspectos de interés para el usuario, recalcó. Los responsables políticos de la Comunidad guardaron riguroso silencio ante lo que se perfila como un nuevo frente de batalla con Fomento.

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Vilalta, que hizo estas declaraciones durante una visita a las obras del futuro tren de cercanías de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes, recordó que Renfe realiza la gestión de la red de cercanías por imperativo legal. "Es el gestor de la red de ancho español en el país y creo que es aceptado comúnmente que la gestión de Renfe es muy correcta y que cada vez lo es más", subrayó.A juicio del secretario de Estado, la intención del presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, de hacerse con la gestión de la red -293 kilómetros de raíles y 700.000 viajes facturados al día- no sólo peca de innecesaria, sino que además se antoja "muy complicada". "Es un tema complejo y no puede ser mirado en una sola dirección, porque tiene repercusiones en el resto de la red ferroviaria", alertó.

Vilalta admitió que la pretensión de la Administración madrileña se enmarca en una creciente espiral de peticiones autonómicas para la descentralización de numerosos servicios. "Sin embargo, y en aras del cumplimiento del esquema competencial que nos marca la Constitución, lo que no podemos es considerarlo todo como potencialmente segregable", exclamó.

Coordinación posible

El pasado viernes, Alberto Ruiz-Gallardón se mostró convencido de que la gestión de los ferrocarriles madrileños ganaría en "agilidad" si pasara a manos de su Gobierno, aunque la titularidad del servicio la debía seguir ostentando la Administración central. En concreto, el presidente regional pronosticó que la red ferroviaria funcionaría mejor en lo relativo a la construcción de nuevas estaciones y la inversión en material móvil.El alto cargo ministerial le contradijo ayer abiertamente. Con un lenguaje medido, para no abrir fisuras internas, pero inequívoco, expuso: "Por descontado que el ministerio tiene todo el soporte necesario para que la coordinación [con el Ejecutivo autonómico] sea todavía más estrecha, si cabe. También en la Comunidad de Madrid hay diferentes compañías de autobuses que se coordinan, y no por ello se trata de volverlas a unir".

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Por lo demás, Vilalta aseguró desconocer que ya se esté negociando con la Comunidad de Madrid el posible traspaso de competencias de la gestión de cercanías, mientras que Alberto Ruiz-Gallardón había asegurado el viernes que las conversaciones estaban en marcha con el Ministerio de Administraciones Públicas. "Que yo conozca (y yo, como secretario de Estado, debería tener conocimiento), no ha habido ningún contacto en este sentido", enfatizó.

Las declaraciones del alto cargo ministerial no sentaron bien en los órganos de poder regionales, pero no hubo reacciones ni por parte del presidente, Ruiz-Gallardón, ni de su vicepresidente y consejero de Obras Públicas y Transportes, Luis Eduardo Cortés. El Ejecutivo madrileño confiaba en que la "imaginativa" fórmula de pedir la gestión de las cercanías y no su titularidad evitaría "suspicacias" en la Administración central. A juzgar por las palabras de Vilalta, el juego de la sutileza política no ha surtido del todo efecto.

Las cercanías se encuentran en el punto de mira regional desde la llegada del PP al poder, en julio de 1995. Una de las primeras decisiones que tomó Luis Eduardo Cortés, fue incorporar a Renfe al consejo de administración del Consorcio Regional de Transportes. Su representante tiene voz, pero no voto.

El encontronazo con las cercanías prolonga la historia de desencuentros entre Fomento y Comunidad de Madrid. La batalla aeroportuaria la ganó el ministro frente a un presidente que en plena precampaña electoral decía que no debía ampliarse Barajas ni un solo milímetro.

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