_
_
_
_

Sampietro promete no invadir competencias diplomáticas en Ceuta

Jesús Gil expresa en una carta su "enorme respeto" por la Monarquía y las instituciones

Carlos E. Cué

Las aguas comienzan a volver a su cauce en Ceuta. Antonio Sampietro, del GIL, que ayer tomó posesión como presidente de la ciudad autónoma, utilizó en su discurso un lenguaje institucional, opuesto a las amenazas y expresiones broncas con las que en los últimos días había calentado el ambiente. Entre vagas promesas de colaboración con todas las "fuerzas vivas" de la ciudad, Sampietro prometió que no tratará de "invadir competencias de la diplomacia española".

Más información
Tránsfugas o el asalto al poder

En el marco de lo que parece una marcha atrás de las provocaciones de los últimos días, Jesús Gil también mandó una carta a Sampietro en la que trataba de reafirmar el "enorme respeto" que su grupo tiene, según él, a "la Monarquía y las instituciones del Estado". En realidad, parece como si el GIL hubiera cambiado su estrategia, que hasta ahora era de provocación y enfrentamiento -como cuando Jesús Gil anunció "sorpresas" en las relaciones con Marruecos-, para convertirse en un partido monárquico a la antigua e institucionalista al máximo. El simple hecho de que Sampietro se refiriera a las "fuerzas vivas", un término en desuso, así lo atestigua.También el faraónico escenario preparado para la toma de posesión de una ciudad de 70.000 habitantes lo demuestra. Esta ceremonia se había realizado tradicionalmente dentro de la Asamblea, y a ella acudían sólo las autoridades locales. El GIL eligió un lugar emblemático de la ciudad: las Murallas Reales. En Ceuta se conservan perfectamente las fortificaciones que construyeron los portugueses en el siglo XIV, y es allí, en una explanada dentro de la muralla, donde se desarrolló el acto. Más de 3.000 personas acudieron para jalear todos los pasos de un acto institucional, nada que ver con un mítin político. Detrás de la tarima donde Sampietro hablaba había un gran cuadro del rey Juan Carlos junto a una enorme bandera de España y otras más pequeñas de las 17 comunidades autónomas, más Ceuta y Melilla. Sentados en primera fila, esas "fuerzas vivas" de las que hablaba Sampietro: el delegado del Gobierno, el comandante general, representantes religiosos... Se esperaba que hubiera tensión, incluso por parte del delegado, Luis Moro, ya que el enfrentamiento entre éste y Sampietro ha sido evidente en los últimos meses. Más aún tras la moción de censura que el pasado lunes otorgó el poder al GIL gracias al voto de la tránsfuga Susana Bermúdez. Sin embargo, el acto transcurrió con tranquilidad.

El discurso de Sampietro dejó una vez más muy claro cuál es su caballo de batalla: la lucha contra esa inseguridad ciudadana de la que todos hablan, pero que no se refleja en las cifras. Esta vez, el líder del GIL en Ceuta moderó los términos y ya no habló de limpiezas indiscriminadas, sino de "cooperación con las fuerzas vivas de la ciudad, especialmente con el delegado del Gobierno de la Nación, para establecer cauces de cooperación". Todo el discurso estuvo lleno de vaguedades como ésta. Aunque también dijo Sampietro que su Gobierno será "inflexible en la aplicación de cuantos instrumentos tengamos al alcance para garantizar el cumplimiento de las normas". En realidad nadie duda de que el general Rafael de Cárdenas, a quien se ha encomendado dirigir la policía local, será algo más que "inflexible", pero tal vez ayer no era el día para recordarlo.

Respecto a proyectos para el futuro, el nuevo presidente se limitó a recordar que "Ceuta puede y debe ser una ciudad turística de primer orden", como apunte de las ideas que se propone desarrollar en la ciudad. Y en el otro tema candente, el de las relaciones con Marruecos, en el que el GIL se ha mostrado confuso y contradictorio hasta ahora, Sampietro aclaró que sus "demandas no van en la línea de comprometer escenarios políticos que afecten relaciones con terceros países".

La capacidad de movilización de la que ha hecho gala el GIL hasta ahora funcionó una vez más, y las más de 3.000 personas congregadas exhibieron una asombrosa disciplina a la hora de escuchar y aplaudir. Dado el carácter institucional del acto, no hubo ni una bandera del GIL, aunque más de uno se olvidó de quitarse una de las miles de camisetas que ese grupo viene repartiendo gratuitamente en los últimos meses. Eso sí, la más aplaudida del acto de toma de posesión fue la tránsfuga Susana Bermúdez, ahora consejera de Turismo, Cultura y Patrimonio, a quien se recibió al grito de "¡Susana, eres la mejor!".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_