El sexo de los gatos

DE PASADAA Jesús Gil le sobra tiempo para, entre Ceuta y Melilla, divagar sobre el sexo de los gatos. Además de cláusulas de 250 millones para castrar voluntades políticas, ha apretado el on de la máquina antilujuria para que los felinos que deambulan sin rumbo por algún chalet adosado no traigan más hijos al mundo. Bajo el lema Campaña de esterilización, Sanidad ejecutará este sistema de control de la natalidad que, dicen para tranquilidad de los ecologistas, "no traerá consigo consecuencias patológicas para los animales". Dirigirse a la doctora Susana Bermúdez sobre posibles secuelas psíquicas. Suma y sigue. La policía de la Costa del Sol no es tonta. A principios de los noventa, el entrenamiento de los municipales consistía en preguntarles "¿Qué tenéis entre las piernas?", y en que ellos respondiesen con voz firme: "Marbella". A las puertas del nuevo milenio, José Antonio Martín Bolaños, el nuevo comisario de los nacionales, ha cambiado de estrategia. Prefiere aplacar a sus hombres con Machado cuando ellos patrullan en el coche o persiguen a alguien entre corto y cambio. Quizás sea por eso de campos de Castilla, campos arrasados. Y mientras tanto, la fiesta continúa. Stallone no ha venido, en contra de lo que se rumoreaba. Malú, que suspendió su concierto en Estepona, ha salido de la clínica Europa. El Sur dice que tenía algo que ver con un quiste en un ovario. Que pregunten a los veterinarios cómo se van a quedar los gatos. Dicen que el séquito del rey Fahd se fue a Marruecos a comprar tropecientos kilos de salmonetes porque los de aquí no estaban suficientemente frescos. O se habían dado un banquete los felinos para celebrar su condición de asexuados. Y mientras tanto, el equipo de Corazón de Verano, de TVE, se ha trasladado a esta zona para que no se pierdan nada los televidentes españoles más exigentes. Anne Igartiburu debería escuchar el latido de Juanuchi en vez grabar tanto paro cardiaco. "Es una manchita de aceite muy internacional, pero espérate tú a que venga el aguafuerte", reflexiona esta marbellera que vive atrincherada día y noche en una parcela rodeada de bloques de cemento para que no la echen. Y aquí no hay castración que valga por muy higiénica que sea: "Yo no soy de esa pandilla, porque son muy modernos". Lo de pandilla va por los giles. Lo de modernos, que le pregunten a ella por qué lo dice. Porque lo que es el amor libre entre gatos callejeros desnudos y maullando bajo la luna, aquí se ha terminado. ANA L. ESCUDERO