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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ciudad atónita de Melilla

EL ALCALDE presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla, Mustafa Aberchan, ha decidido romper con el GIL, cuyos votos le llevaron al cargo. Pero no ha renunciado a seguir en él, ahora con otros apoyos. Aberchan ha descubierto que el jefe del GIL pretendía darle órdenes, incluyendo las de no acatar la legalidad, y que recurre -en Ceuta, por ejemplo- a prácticas dudosas de captación de voluntades; también ha descubierto que "utiliza al pueblo melillense en defensa de sus intereses particulares" y que tiene ideas xenófobas. Son más o menos los motivos por los que las principales fuerzas políticas españolas acordaron tratar de evitar, donde fuera posible, que el GIL gobernase. Seguramente entre los motivos que han abierto los ojos de Aberchan figura el de que se encontraba en una situación desesperada: en riesgo de ser procesado por prevaricación si sigue sin acatar la resolución de la Junta Electoral Central.El PP quiere recuperar el pacto que fracasó por el cambio de voto de los dos diputados socialistas. El PSOE preferiría asociar al partido de Aberchan al acuerdo anti-GIL. Ambas posturas tienen su lógica. El PP tiene derecho a esperar que simplemente se cumpla el compromiso, votando al candidato inicialmente previsto (Juan José Imbroda, de Unión por Melilla). Pero es posible que Aberchan no hubiera dado marcha atrás sin la salida ofrecida por Jáuregui en nombre del PSOE: que lo que se le exigía no era que dimitiera, sino que rompiera con el GIL. Desde el PP se ha relativizado su posición inicial, y hay quien admite que no es una cuestión de principio la exclusión de Aberchan.

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Con independencia del oportunismo demostrado por Aberchan, hay motivos políticos y sociales en favor de la la asociación de su partido -Coalición por Melilla, el segundo más votado el 13-J- al gobierno de la ciudad. Tampoco puede el ex aliado del GIL pretender que tiene derecho a la presidencia. Ni el PSOE a imponer condiciones después de que fueran sus representantes quienes incumplieron el pacto. En ningún caso la divergencia sobre la forma de participación de Aberchan justificaría una prolongación de la crisis, porque ya se han observado movimientos sospechosos de otro de los grupos locales, una escisión del PP, por ofrecer sus servicios al GIL "si la situación empeora". Es decir, si aparecen nuevos tránsfugas dispuestos a venderse.

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