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Tribuna
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Mundiales

Cuando hoy Joaquín Cortés nos haya demostrado que es un bailarín aseado pero que está en plena forma y Carlos Herrera haya convencido a más de medio mundo de que hizo la mili en ferrocarriles, el estadio sevillano de La Cartuja se convertirá en la mayor sucursal del Olimpo y no habrá laureles suficientes en el Aljarafe para coronar a sus héroes. Hoy comienza el Mundial de Atletismo, una coproducción de Entertaiment Amiguetes que le encantaría regentar al nada atlético Santiago Segura, y que servirá para que todos nos asombremos, unos pocos se lleven las medallas y otros tantos consigan el oro de un deporte que está generando más dinero que nunca. Hoy es la cita y La Cartuja, aunque huela a pintura y el asfalto esté blandito, ya tiene las cortinas y las macetas puestas, para mayor tranquilidad de Alfredo Sánchez Monteseirín. Veremos en sus pistas a la fibra del atletismo de elite. Lo mejor entre lo excepcional. Los que no pudieron venir y se quedaron en casa, bien por lesiones o, en el caso de Sotomayor, porque se pasó de la raya, serán eclipsados por un elenco de purasangres que pronto nos harán olvidar las ausencias más destacadas. En el atletismo, como en cualquier otro juego de la vida, para ser hay que estar. En caso contrario, se corre peligro cierto de convertirse sólo en un buen argumento para la nostalgia. Y es mucho mejor llorar en el podio porque te claven sobre el pecho el alfiler de la medalla que de hacerlo de impotencia en el sofá de su casa. Y los que vienen están a tope para luchar por la gloria. Antes de comenzar este Mundial ya se han batido dos récords. El primero en velocidad. Mauricio Greene, esa pantera afroamericana capaz de echarle un piropo al hectómetro en tan sólo 9,79 segundos, demostró en los pasillos del aeropuerto sevillano que aún puede ser más rápido si en vez de una liebre le ponen un chorizo delante de sus narices. Habrá que preguntarse qué crono hubiera hecho esta criaturita si hubiera entrenado en las 3.000 Viviendas. El otro récord, de altura, lo batió el señor Rato, colocando el precio de la bombona de butano casi al mismo nivel que tiene su marca incontestable Sotomayor. Y a mí me da en la nariz que éste también se ha pasado de la raya.J. FÉLIX MACHUCA

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