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Furgonetas en batallas medievales

Un estudiante inglés ha recopilado en Internet miles de errores sacados de 860 películas.

Francisco Peregil

Cada vez que se estrena una película, millones de detectives repartidos por todo el mundo se aprestan a cazar sus gazapos. Son gente con tiempo y destreza suficientes como para descubrir que los delfines que cortejan al Titanic pertenecen a especies del océano Pacífico mientras el barco, en teoría, surca el Atlántico. Gente que se pregunta: "Al principio de Titanic había unos veinte perros embarcando, ¿qué pasa con ellos cuando el barco se hunde?". Y otros que, con una lógica elemental, aseguran: "Al final de la película, cuando un bote vuelve a salvar a los supervivientes, un hombre desde el bote grita: "¿Puede alguien oírme?". Y el eco le responde: "¿Puede alguien oírme?". Pero ¿qué eco? No hay nada alrededor que pueda crear ese eco?" John Sandys, un estudiante de 20 años de la Universidad de Southampton, en el Reino Unido, abrió hace tres años una página en Internet con los gazapos que él había descubierto en algunas películas. Desde entonces hasta ahora, y después de 2.500 mensajes recibidos, Sandys lleva alistados en su página (www.movie.mistakes.co.uk) los errores correspondientes a 860 películas.Una de las que más deslices cuenta en su haber es Braveheart, la película dirigida y protagonizada por Mel Gibson donde se cuenta la historia del independentista escocés William Wallace. En plena batalla medieval aparece en lontananza una... furgoneta del rodaje. Pero hay más: un viejo soldado al que le cortan el brazo con un hacha aparece después repartiendo mandobles con sus dos brazos en perfectas condiciones. La supuesta sangre al principio de la batalla salta a una esquina de la cámara y se queda allí varios segundos. Y más, y más y más... En El mago de Oz, el alambre que hace moverse la cola del león se hace visible en varias tomas. En Zulú, los guerreros indígenas se dejan ver con relojes de muñeca, tal vez de la misma marca que los que lucen los soldados romanos de Kirk Douglas y Laurence Olivier en Espartaco, y, sin duda, tan contemporáneos como las zapatillas deportivas que se aprecian entre los legionarios romanos de la misma película.

En Ben Hur, durante la famosa carrera de cuádrigas, las cubiertas de las ruedas del coche del cámara aparecen reflejadas en la arena.

En La Biblia, Adán tiene ombligo. Nada objetable si no fuera por el pequeño detalle de que su cuerpo no llegó al mundo desde las entrañas de ninguna mujer y no fue preciso cortarle el cordón umbilical.

En Pretty woman, Richard Gere llama una vez a Julia Robert... "Julia", cuando el nombre del personaje de ella es Vivien. En Terminator II, cuando la protagonista escapa del hospital se puede oír el sonido de sus zapatos en la huida... aunque ella va descalza. En Superman II, cuando Christopher Reeve levanta al general Zod con una mano, destaca una mancha de sudor en su traje de Superman, a la altura del sobaco. En Rambo III, Silvester Stallone se presenta con una cicatriz en la mejilla que se vuelve más pequeña, más grande, se hace blanca, roja, y en algunos momentos desaparece. ¡Y todo en el transcurso del mismo día!

En Anaconda, cuando la chica acaba estrangulada en el bote, después de muerta se le ve el abdomen moviéndose al respirar. Y en Notting hill, cada vez que aparece la calle de la librería, se ve al mismo adulto, a la izquierda de la pantalla, secándole las lágrimas al mismo niño.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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