ABECEDARIO ANDALUZ Koiné
A. R. ALMODÓVAR Esta palabreja es un grecismo (también puede escribirse coiné) que los filólogos utilizan para caracterizar a una lengua común, producida por reducción de variantes y en virtud de una voluntad más o menos definida de los usuarios, ante una necesidad histórica. Fue el caso de la lengua ática, como resultante y superación de los dialectos griegos, a la muerte de Alejandro; del sánscrito clásico (siglo IV a. de C.), ante la amenaza de las lenguas populares; del árabe de Al-Andalus, entre los siglos IX y X, ya bastante homogéneo tras resistir los empujes migratorios del norte de África. Etcétera. Y dirán ustedes que qué tendrá que ver todo eso con el habla andaluza. Pues tiene y no tiene, según se mire, o se quiera mirar. A lo menos como referente metafórico sirve para trazar el posible objetivo de un habla común que pudiera ser la resultante convenida entre las distintas variedades del andaluz culto; un modelo de expresión, o andaluz ejemplar, que diera respuesta a varias necesidades objetivas: combatir el estereotipo de vulgar y gracioso; dignificarlo mediante el uso público en las tribunas y medios de comunicación; asentar una conciencia favorable de los propios andaluces hacia su manera de hablar; consolidar las formas cultas y urbanas. Entre otros. Algo capaz de decidir, pongamos, entre: Me has oído, me hah oído y ma" hoío. Un camino pedregoso, ya lo sabemos, pero que no habrá más remedio que seguir alguna vez. Ya lo emprendieron algunos, con audacia y alto riesgo de incomprensión, como es el caso de José María Vaz de Soto (Defensa del habla andaluza, 1981) o Pedro Carbonero ("El concepto de norma andaluza", en Actas del III Congreso sobre Enseñanza de la Lengua en Andalucía, Huelva, 1995). En esas mismas páginas encontraremos una interesante reflexión sobre el problema, nada menos que por parte del gran lingüista rumano Eugenio Coseriu. Pero otros también, a su modo, y aunque no crean en esa posibilidad de normalizar o nivelar el andaluz, han hecho mucho por ella, sólo con desbrozar la maleza que hay alrededor. Pienso, por ejemplo, en J. J. de Bustos (El habla andaluza. Actas del Congreso del Habla Andaluza, Sevilla, 1997), cuando escribe: "Los recientes estudios de sociolingüística urbana han puesto de manifiesto que, bajo las variantes diastráticas [sociales], subyace un elemento de unidad entre las hablas urbanas que tiende a dotar de cohesión a las variedades (...) existe la conciencia de una cierta unidad dialectal con la que el hablante se siente identificado". Tela marinera, que diría un castizo... andaluz. Pero no se nos espanten y sigan en nuestra sintonía, que volvemos dentro de unos minutos, aquí unas letras. Exactamente en la N, de Norma.
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