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Tribuna:Jornal de agosto
Tribuna
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Aventuras en el agua

Cuando la piscina municipal de Villanueva de la Cañada abre sus puertas al público cada día a las doce del mediodía, nada hace pensar que, hasta poco antes, decenas de niños y niñas, a quienes sus padres han enviado aprovechando el verano para aprender a nadar o mejorar su estilo, han revolucionado las aguas. La calma que acoge a los primeros bañistas dista mucho del ajetreo que se vive antes entre vistosas corcheras, gritos infantiles y de sus monitores, salpicaduras, aguadillas, tablas flotadoras sintéticas, el colorido de los churros de gomaespuma, manguitos y, por supuesto, la algarabía e impaciencia de los futuros nadadores.Eso lo sabe muy bien Gema Pradell, una madrileña de 27 años que, desde las diez a las doce de la mañana, enseña trucos a los niños para que pierdan el miedo al agua y aprendan a moverse en ella. Recién licenciada en ciencias geológicas, Gema es profesora de natación sólo en verano, cuando tantas piscinas, públicas y privadas, demandan masivamente los servicios de monitores titulados. Ante posibles accidentes, muchos padres se tranquilizan apuntando a sus hijos a cursillos de aprendizaje de la natación, y quieren verlos convertidos en auténticos campeones en sólo unos días.

"Aquí vienen niños de seis o siete años que nunca se han bañado sin manguitos", dice Gema, "y sus papás quieren que naden en pocos días. Eso es imposible, hay que empezar por quitarles el miedo y que sientan el agua como un sitio donde pasarlo bien". Pero Gema, que se hace cargo de los niños de entre cinco y ocho años, no está sola. La piscina grande del complejo municipal de Villanueva de la Cañada se divide en cinco calles, delimitadas por corcheras, con no más de seis niños en cada una de ellas. Hay casi un monitor por calle, lo que redunda en la atención al alumno. Fernando enseña a los mayores (los de 8 a 13 años) en las calles pegadas a la de Gema y, como ella, sólo es profesor en verano. "El resto del año me dedico a algo muy distinto, que me obliga a salir mucho de noche", reconoce el monitor, "dar clases de natación me recupera de esa otra vida, un poco más insana". Para él, es el quinto verano que da clases en la misma piscina, por lo que ha visto crecer a muchos de sus alumnos. "Lo más gratificante", asegura, "es ver cómo evoluciona un mismo niño de un año a otro. Aunque no naden del todo bien, con verlos disfrutar ya me vale. Intento que sientan que nadar es lo más parecido a volar, que se crean como Peter Pan, pero en el agua. Lo de emular a Popov ya vendrá más tarde".

Junto a la grande, Susana y Carmen trabajan con los pequeñines en la piscina mediana. Contrariamente a Gema y Fernando, que dan las clases de 50 minutos desde el bordillo, Susana y Carmen trabajan en el agua. Con niños de tres a cinco años, no se puede mantener la atención más allá de 20 minutos y hay que estar con ellos.

Gema, Susana, Fernando, Carmen, y también Elena, Sergio y Salva vuelcan su experiencia y conocimientos cada mañana hasta las doce para que los niños de Villanueva de la Cañada y alrededores tomen, con el respeto debido, el agua como un juego. A las doce quitan las corcheras, guardan el material de aprendizaje y todo vuelve a la calma. Entonces llega el público, los bañistas que creen que van a estrenar, ese día, el agua.

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