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El miedo del amo

Eran las 17.50 en la perrera municipal de Majadahonda. El dueño que iba a abandonar el rottweiler llegó entristecido. "Es una perra muy buena, de cinco años, pero ahora que hemos tenido un crío, mi mujer no quiere tener al perro. Le da miedo que un día le haga algo al niño. Y eso que la perra es muy buena", le explicó el amo a García. Excusa o verdad, no era ninguna historia nueva para Encarnación García, administradora del Centro de Integración Canina de Majadahonda (Cicam)."Desde que se han hecho públicos los ataques a perros, hay una auténtica psicosis colectiva. La gente trae sus perros por cualquier motivo. El otro día, el propietario de un perro cruce de labrador nos lo dejó porque le enseñó los dientes. Otro amo nos dijo que lo dejaba porque decía que el perro le miraba mal", dice Encarnación.

Lo mismo pasa en el Centro de Recuperación de Animales de Canto Blanco, gestionado por el Ayuntamiento de Madrid. Sólo el miércoles acogió a 28 perros y el martes a 32. El albergue está lleno y tiene 150 jaulas. La semana pasada, los veterinarios del centro sacrificaron 66 perros por falta de espacio. Esta semana ya van 21. "Estamos desbordados, lo de este verano es terrible", admite la veterinaria jefe del centro, María José Montes. "En la última semana, nos han entrado una docena de perros peligrosos, un pitbull, un rottweiler, un bóxer al que llamaban Hitler, y así hasta la docena. Los dueños dicen que les da miedo que el perro se les vuelva majareta y les ataque o mate a alguno de sus hijos. Hay una verdadera psicosis", explica. "Ayer mismo [por el miércoles] recogimos un rottweiler abandonado. Iba provisto del microchip identificativo. Le llamamos al dueño, pero todavía no ha venido", dice.

En el albergue de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas, el mayor de la región, con 600 perros, han dado la baja a ocho canes peligrosos. "La mayoría son ejemplares jóvenes que no llegan ni al año. Y es que ahora está de moda comprar este tipo de perros, como lo estuvieron hace unos años los perros nórdicos como el husky siberiano o el alaskan malamute. Pero como la gente no sabe educarlos les da miedo tenerlos", explicó el veterinario, José Luis Torres. "Los amos de perros peligrosos abandonan sus mascotas porque ahora, cuando pasean al perro, la gente les mira mal. Incluso a algunos, sus vecinos les llaman la atención y les echan la bronca: "A ver si ese perro nos va a hacer algo", les dice", explica Torres.

No es el caso de Tommy. Éste es un chucho con el pelo rojo como el de un zorro. No sale de ninguna manera del frondoso arbusto donde estaba escondido. Hace mes y medio se coló en el jardín del chalé de Isabel y Luis, un matrimonio que suma más de 140 años y vive en la urbanización Parquelagos, en Galapagar. Tommy (así le había bautizado Isabel) quería seguir allí. Su fino instinto le hacía intuir que el hombre que le esperaba fuera del brezo, con un lazo en la mano, iba a trasladar sus viejos huesos a una celda. Cuando Gregorio Sánchez, del Centro de Integración Canino de Majadahonda, metió el lazo por entre las ramas, Tommy se adentró un poco más en el tupido arbusto. Al mismo tiempo emitió un gruñido ronco, erizó el pelo y arrugó el morro para mostrar sus armas: unos colmillos amarillos ya gastados y despuntados. Ante la resistencia del can, Sánchez optó por una nueva estrategia. Le suministró un calmante al perro en un pedazo de comida canina. Tommy comenzó a caminar dando tumbos. Cuando Sánchez se le acercó con el lazo, el chucho salió disparado, parecía olvidar el efecto del tranquilizante y regresó a su refugio, dentro del arbusto. Finalmente, Sánchez logró arrinconarlo contra una pared y meterle el lazo por la cabeza. Luego tensó y atrapó al can por el cuello. Cuando trató de sacarle del arbusto, Tommy le tiró un mordisco a Sánchez. Pero no le alcanzó. "Sólo me han mordido dos perros en los cuatro años años que llevo capturando perros", señaló. Los amos adoptivos del perro se mostraban felices: "Ya no sabíamos qué hacer para que se fuera. Lo intentamos todo, pero siempre volvía", explicó Luis. El matrimonio respiró tranquilo cuando Sánchez metió al viejo chucho en el todoterreno. "Por el estado de sus dientes, este perro debe rondar los 13 o 14 años; probablemente haya llegado a viejo porque es muy tímido y asustadizo", explicó Sánchez al volante.

Ésta es una de las múltiples capturas que ha realizado Sánchez, que tiene las 120 jaulas del centro llenas de perros. No en vano, sólo en la semana pasada recogieron 44 perros abandonados. Algunos los llevan al centro los propios amos. "Suelen ser las personas que quieren abandonar a sus perros porque se les han vuelto agresivos", explica Encarnación. "Hoy mismo [por ayer] nos han traído cuatro perros de los calificados como peligrosos por este motivo", añadió. Eran un rottweiler, un cruce de perro de presa canario, un mastín leonés y un cruce de schnauzer. Sánchez recomienda que los que se vayan a comprar un perro, y más si es de los catalogados como peligrosos por la Comunidad, estudien si pueden darle la educación y el trato que necesita el animal para no derivar en un comportamiento agresivo e imprevisible.

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