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Reportaje:

La Vila Joiosa, artístico ajenjo

"El aguardiente es una emanación del Divino,..... destinado a restaurar las fuerzas de los hombres decrépitos". El pensamiento es de Ramon Llull, el filósofo y políglota mallorquín del siglo XIII, que al igual de sus contemporáneos, -y algunos de los nuestros-, pensaba que se había encontrado en la destilación de los alcoholes y su posterior ingesta, un curalotodo maravilloso. Como además podía mejorar con la adición de otras hierbas y sustancias, el producto era irreprochable. Algo de cierto debe haber en la creencia, ya que en la misma provincia de Alicante se estudió con detenimiento la razón por la que los destiladores de alcohol no sufrieron la epidemia de cólera que azotó la zona a finales de la centuria pasada, siendo dichos trabajadores inmunes a la misma. Fue por el asensio, que así se llama el componente fundamental del aguardiente de ajenjo, la llamada absenta en claro galicismo. Y del nombre científico absinthium, a la absenta, al ajenjo, al asensio. Planta de sabor amargo, que combinada con los aguardientes de vino produce los vermús alemanes o italianos, y aderezada con anís, estrellado o verde, nuestros más peligrosos anisados. La bebida pasó a finales del pasado siglo a situarse en un lugar privilegiado entre las aficiones de los más afamados degustadores, no precisamente por las virtudes curativas que se le imputaban, y fruto de esa pertinaz devoción y sus consecuencias, debió ser prohibida su fabricación en múltiples países, como Francia, donde gozaba de un amplio crédito, pues intoxicaba, entre otros, a sus más grandes poetas y pintores. Toulouse-Lautrec como pintor, y Verlaine como escritor llevaron hasta el límite su consumo, siendo al fin dudoso si realizaban sus obras gracias a la bebida o pese a ella. Entre nosotros aún permanece su fabricación y consumo, y en las circunstancias que comentaremos es muy agradable su degustación, y bajo el riesgo de la misma. Acérquense a La Vila Joiosa donde, ubicado en los bajos de un edificio cuyo color firmarían los más chovinistas vecinos de Roma, se encuentra el Café Mercantil, que conserva todo el encanto de los antiguos casinos rurales, ahora eliminada toda huella cultural, reducido únicamente al servicio de bar. Pidan un nardo, maléfica combinación de ajenjo y café granizado; pero pídanlo por la mañana, a la hora del aperitivo, saboreen la mezcla verde amarillenta del ajenjo con el aguardiente y el café. Casi un carajillo matutino. Y para empaparlo, todo tipo de raciales tapas, sesos rebozados, gambas con gabardina, mínimas empanadillas de pescado hechas al instante, atún en escabeche o costillas con patatas, con lo que el prólogo deviene en almuerzo. En este local se come de capricho y se bebe con entidad. Si quieren ahorrarse el resultado posterior, o bien tienen que conducir, confórmense con la rubia y refrescante cerveza, pero si quieren instalarse en otra dimensión del aperitivo, acomódense a los gustos locales y disfruten como hacía mucho tiempo. Es conocido que en la Comunidad Valenciana no existe la tradición de otros lugares de climatología más adversa en lo que se refiere a la costumbre de ingerir sólidos o líquidos antes de la tradicional comida. Pero por ello no se repriman, los entrantes hacen el papel gastronómico de los finales en este local, después solo queda la siesta. Aun así no es necesario que su aperitivo comience con el derivado de la absethia, puede ser peligroso a la larga. ¿Será cierto que Van Gogh se cortó la oreja en un acceso de locura producto del ajenjo? O bien las ondulaciones y vibraciones de sus pinturas están animadas por el mismo líquido. La imaginación nos dice que bien pudo ser así, pero no hay que cegarse, otros lo bebieron y no llegaron a ser pintores geniales, únicamente devinieron en borrachos. Beban lo que deseen, los aperitivos lo permiten. ¿Sabían que es usual en muchas regiones de Francia tomar armagnac como principio de la comida? hasta existen algunos destinados a este fin. O brandy, que sin duda calienta el estómago preparándolo para lo que ha de venir, o toda suerte de amargos italianos, Campary, Bitter, Cynar, que también predisponen positivamente; o whisky, el más universal. O no lo duden, vayan a los finos y jereces secos, harán patria y además serán normativos con nuestras costumbres. En todo caso, y cualquiera que sea su favorita no olviden que el nardo también es una flor, y que en el lenguaje de las mismas significa una cita. Sin duda la que tienen en el antiguo Café Mercantil de La Vila.

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