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Aznar sopesa este verano las últimas presiones de su entorno para adelantar las elecciones

Javier Casqueiro

El presidente del Gobierno, José María Aznar, sigue sin flaquear en su obsesión de agotar la legislatura, pese a las presiones de relevantes dirigentes del Ejecutivo y del PP para precipitar su final. Desde esas instancias se admite que Aznar no ha dado aún "una sola concesión a la duda" ni facilitado "esperanzas" para intuir variaciones en esa posición, entre otras razones porque no quiere enemistarse con Jordi Pujol, al que asume como aliado tras las próximas generales. Eso sí, Aznar admitió ayer que en estas vacaciones reflexionará sobre esta cuestión.

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Razones a favor y en contra

El jefe del Gobierno dio ayer pábulo a todo tipo de especulaciones y aseguró en Oropesa del Mar que ya tiene decidida la fecha de las elecciones generales. No quiso aclarar mucho más: "Cada cosa a su tiempo, no tengo previsión de cambiar mis planes", afirmó. Pero enseguida confirmó, entre risas, que este mes reflexionará sobre ello, informa María Fabra. La única esperanza de los partidarios del adelanto para modificar la invariable "tozudez" del presidente por programar las elecciones "cuando toque" se sitúa en el 26 de agosto, cuando Aznar, el Gobierno y el PP retornen de las vacaciones y se den a conocer los datos del último barómetro político del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Una encuesta que se hizo a primeros de julio. "Lo que sí es cierto es que desde ahora hasta el final de la legislatura al PP no le puede pasar ya nada bueno y sólo con su tozudez se puede defender que lo único normal y que da estabilidad es llegar a marzo cuando, además, lo que había que hacer está hecho", ha argumentado estos días un miembro del Ejecutivo partidario de la disolución del Parlamento y con buenos enlaces en La Moncloa. Otro representante del Gobierno, de la tesis contraria al adelanto, rebaña los argumentos de Aznar, tanto en público como en las sesiones informales tras los maitines de La Moncloa en que se ha discutido este asunto, para reafirmar su convencimiento absoluto de que el presidente disolverá las Cortes en enero o primeros de febrero. Es decir, que no reanudará ya la actividad parlamentaria tras las vacaciones de Navidad y el periodo inhábil de enero y que la cita con las urnas se impodrá 55 días naturales más tarde, a mediados de marzo o primeros de abril. Por otra parte, nadie en el PP está trabajando aún en los preparativos de unas elecciones generales para otoño. Esos encargos sí se han iniciado hace tiempo para los comicios catalanes, al margen de si son finalmente en octubre o en noviembre. Los responsables de las distintas áreas ejecutivas del PP tienen la orden de regreso en sus agendas para la semana que empieza el 23 de agosto, precisamente cuando se espera que Jordi Pujol termine sus vacaciones e imponga la fecha. Lo que sí se ha destacado desde el Gobierno y el PP es que Aznar no ha cerrado ningún compromiso sobre fechas electorales con Pujol, por lo que podría proponer la jornada para las generales que quiera. Aznar y Pujol hablaron de ese hipotético calendario en su último encuentro en La Moncloa, el pasado enero. Aunque sobre este asunto no han surgido novedades, fuentes del Gobierno remachan que no tendría sentido que Aznar anticipase las elecciones generales y las solapase este otoño con las catalanas. Fundamentalmente porque Aznar es consciente de que tras sus generales tendrá que entenderse de nuevo con Pujol para gobernar y el PP no contará con mayoría absoluta ni quizá "suficiente". Aznar no ha transmitido a la dirección del PP ningún mensaje que indique un deseo real de precipitar las generales. El recrudecimiento de las presiones sobre Aznar, es decir de las sugerencias para convocar cuanto antes, se notó especialmente en las semanas previas a las elecciones del 13 de junio. Un grupo de responsables del PP, comandado por el vicepresidente segundo Rodrigo Rato, aprovechaban entonces algunas reuniones informales para comentarle a Aznar frases del siguiente tenor: "¿Presidente, qué vas a hacer con las elecciones?". Aznar respondía siempre más o menos lo mismo: "Se harán cuando toque". Entre los que apostaban entonces por el anticipo, además de Rato, se citaba siempre a Mariano Rajoy, Javier Arenas y Josep Piqué, y distintos presidentes autonómicos. Arenas ya no está ahora con ese grupo. Y compañeros de gabinete del ministro portavoz aseguran, por otro lado, que jamás le han escuchado una frase en ese sentido. Uno de los que nunca se ha decantado sobre este tema ha sido el vicepresidente primero, Francisco Álvarez Cascos, en el anonimato político desde que dejó la secretaría general en enero. El escenario no ha variado mucho tras el 13-J, ni en el equilibrio de fuerzas en el PP ni en la aparente rigidez de Aznar. Un miembro del Ejecutivo sí acepta que Aznar haya podido responder estas semanas a algún interlocutor con un "me lo pensaré" cuando indagaba sobre sus pretensiones electorales. Pero también apunta que podía ser para quitarse el asunto de encima y fomentar el juego de las quinielas veraniegas, políticas y periodísticas, que tanto le gustan.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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