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Un ataque contra el cuartel de Getxo agudiza la violencia callejera en Euskadi

La madrugada de un pueblo en fiestas volvió a ser ayer el escenario de un ataque organizado, que confirma el recrudecimiento de la violencia callejera desatado en las dos últimas semanas en el País Vasco. Un grupo de encapuchados, entre 15 y 35 personas, según diversas fuentes, lanzaron unos 30 artefactos incendiarios contra la casa-cuartel de la Guardia Civil en Algorta, en el municipio de Getxo (Vizcaya), que en esos momentos celebraba las fiestas de San Ignacio. Los guardias que custodiaban el edificio repelieron la agresión con disparos intimidatorios, según la Subdelegación del Gobierno en Vizcaya.

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El fuego provocado por el impacto de los cócteles mólotov rompió cristales y ennegreció la fachada del edificio de dos alturas que alberga la cocina del cuartel, la cafetería y una sala de reuniones. El complejo de la casa-cuartel tiene 105 viviendas en las que residen familias de guardias civiles, junto a dependencias para la expedición del DNI y permisos de armas. Las llamas se propagaron por el interior de las dependencias y destruyeron una de las cámaras de vídeovigilancia, pero los propios guardias civiles que se encontraban de vigilancia en la madrugada de ayer consiguieron sofocar el incendio, sin que se registraran heridos ni fuera necesario desalojar las viviendas cercanas. El ataque comenzó a la 1.30 de la madrugada. Las calles de Algorta estaban llenas de gente que disfrutaba de las fiestas. "Creo que esperaron a que entrara en casa", contaba ayer una vecina de la calle Arene, número 8, situada a diez metros del cuartel. "Todo estaba tranquilo cuando llegué; empecé a desvestirme y vi el fuego y oí los tiros", añadió. La Subdelegación del Gobierno no precisó cuántos disparos realizaron los centinelas de la Guardia Civil. El ruido del impacto de los cócteles mólotov y los tiros quedaron amortiguados por la música que sonaba en distintos puntos de la localidad. Varios vecinos del barrio de Villamonte, donde se ubica el cuartel, confundieron el ataque con el estallido de cohetes y fuegos artificiales de la verbena, pero otros testigos precisaron que escucharon al menos seis disparos. "Fue el ruido característico de los cócteles mólotov. Lo sé muy bien porque no es la primera vez que lo oigo", decía una mujer de 35 años, inquilina de las viviendas de la Guardia Civil de Algorta desde hace tres años. "Me asustaron más los disparos porque pensé que la cosa había ido a más". La violenta agresión pasó desapercibida en el pueblo: la fiesta continuó hasta el amanecer. Los agresores se acercaron al recinto de la casa-cuartel, separado por vallas de una zona densamente poblada, por una calle perpendicular al edificio de las cocinas, y desde allí lanzaron una lluvia de cócteles mólotov. La Ertzaintza (policía autonómica vasca) calcula que el grupo estaba formado por entre 15 y 20 encapuchados, mientras que la Subdelagación del Gobierno elevó a 35 el número de participantes. Media hora antes del ataque había concluido en el centro de Algorta una manifestación de unas 50 personas a favor del acercamiento a cárceles de Euskadi de los presos de ETA. El atentado de Getxo aporta un nuevo eslabón a la cadena de violencia callejera, que ha rebrotado en las dos últimas semanas. El pasado día 20, el coche de una agente del Cuerpo Nacional de Policía fue incendiado en Bilbao y dos días más tarde resultó destruida una sucursal de una empresa de trabajo temporal en Gernika (Vizcaya). Días después fue atacado un caserío propiedad de un dirigente del PP en Abadiño (Vizcaya) y la autoescuela de José Luis Añúa, presidente de Unidad Alavesa. En este contexto, los representantes de Euskal Herritarrok en las Juntas Generales de Álava y el Ayuntamiento de Vitoria suscribieron una declaración contra la violencia, de la que se retractaron horas después.

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