La delgada línea entre la vida y la muerte
La música suena a todo volumen, hay mucho humo, poca luz, muchos focos de colores y una veintena de adolescentes bailando en la pista como posesos. ¡Qué mareo! Viernes pasado por la noche. El equipo de la película Morir (o no), basada en una de las obras de teatro más complejas de Sergi Belbel (Morir), empieza a rodar en un club del centro de Barcelona. "¿Cuándo fue la última vez que rodé en una discoteca?", se pregunta el director, Ventura Pons, que tiene que soportar durante dos horas el exceso de decibelios. Morir (o no), duodécimo largometraje del cineasta catalán, cuenta siete historias con dos finales diferentes cada una de ellas: en uno, el personaje muere; en el otro, sobrevive. El rodaje comenzó en julio. Doce horas diarias. Hoy le toca a Roger Coma, un joven actor que debutó con Pons en Carícies y que en esta película interpreta a un motorista que tiene por madre a una policía inestable (Anna Lizaran). La escena rodada en la discoteca desencadena una serie de situaciones que llevan al personaje a ser atropellado por un coche. "Es un chico de 17 años que no liga, sale una noche con sus amigos a bailar y bebe demasiado", explica Coma. Pero, como por arte de magia, en la segunda parte de la película se salva. En el cine todo es mentira. La película reflexiona sobre la quebradiza línea entre morir y sobrevivir. "Es una historia sobre la segunda oportunidad del destino", cuenta Pons durante el descanso del rodaje. El director revive a sus personajes. "Y también nos da, tanto a mí como a los actores, otra oportunidad; en la segunda parte podemos hacer otra película", porque, al fin y al cabo, Morir (o no) es "una película que son dos", añade. El cineasta estuvo a punto de morir en México hace unos años, cuando recibió un tiro que no iba dirigido a él. "Lo vi muy negro", confiesa. Esta experiencia le llevó a sentirse identificado personalmente con el texto de Belbel: "Su obra me sirve para explicar mis vivencias; si las historias que encuentro son tan buenas, ¿para qué voy a utilizar las mías?". Ventura Pons considera que con esta película cierra la trilogía "minimalista" que inició con El perquè de tot plegat y Carícies. No hay ninguna novedad en el reparto, formado por 15 actores, entre los que se encuentran Lluís Homar, Carme Elias, Sergi López, Anna Lizaran, Marc Martínez, Anna Azcona, Vicky Peña, Amparo Moreno y Roger Coma. "¿Para qué voy a cambiar, si tengo lo mejor? Además, busco a los actores porque encajan con mis personajes, no porque sean amigos míos", asegura. El equipo vuelve a la discoteca después de un descanso para cenar. Esta vez ruedan en el exterior. El tiempo se les ha echado encima. El local nocturno abre a medianoche y apenas tienen una hora y media para tomar unos planos de Roger Coma entrando y saliendo de la discoteca -en el mundo real, uno de los locales de ambiente más concurrido de Barcelona-. A la prisa se añade el hecho de que el camión con el material se encuentra al otro lado de la calle. "Tanto ir y venir, y todavía les va a atropellar un coche", comenta uno de los miembros del equipo. En 30 minutos, y sin ningún accidente, todo está preparado: "¡Motor, cámara, rodando!". En principio, los planos son sencillos, pero al final hay que hacer varias tomas. "Da gusto trabajar con Ventura, los rodajes son muy tranquilos, puedes proponer cosas y él te escucha siempre", explica Coma al finalizar la jornada de trabajo. El actor piensa que ha evolucionado mucho desde su primer filme, en 1997: "Entonces descubría el mundo del cine; ahora, cuando veo la película, me doy cuenta de los tics del primerizo". Ventura Pons cree que la muerte siempre es una mala pasada, pero que Morir (o no), a pesar del título, es una cinta divertida: "Tiene todos los elementos para que el público se quede clavado en la butaca".
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