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No es tan difícil reconstruir Kosovo

Por lo general, cuando las guerras acaban se inicia la reconstrucción, tanto de las estructuras como de la convivencia entre las facciones enfrentadas. En Kosovo, no sólo el segundo proceso es incierto, como se desprende de la masacre de 14 granjeros serbios del pasado viernes, sino que la reconstrucción física también está abocada a tener un lento comienzo, aunque los informes iniciales de las agencias de ayuda y de la OTAN señalan que el daño no es tan grave como se temía al principio.Los principales problemas de recuperación de Kosovo se encuentran en el exterior, no en el interior. Habrá que volver a centrarse en la infraestructura de Kosovo -sus carreteras, sus redes ferroviarias- y en sus modelos comerciales para proporcionarle acceso al resto del mundo a través de Albania. Actualmente todas las líneas de transporte y comunicación de Kosovo pasan por Serbia. Sus modelos comerciales -lo que compra y vende- también dependen principalmente de Serbia. Costará tiempo y dinero cambiar estos patrones. A corto plazo, los atascos de tráfico, y no el dinero, serán los que limiten la velocidad de la recuperación. A largo plazo, hará falta mucha ayuda para construir nuevas infraestructuras en Albania si se pretende que Kosovo sea económicamente viable.

Dentro de Kosovo el problema real de la reconstrucción no es el dinero, sino la organización social. ¿Quién va a organizar lo que hay que hacer en una sociedad a la que no se ha permitido tener líderes y que carece de experiencia en este tipo de reconstrucción tan importante?

En un principio, el liderazgo va a tener que partir de las tropas de la OTAN que actualmente ocupan Kosovo. Lo ideal es que, como tras la II Guerra Mundial, los ejércitos de ocupación utilicen la reconstrucción para formar y proporcionar experiencia a una nueva generación de líderes de Kosovo. A largo plazo esta actividad es una tarea mucho más importante que desarmar al Ejército de Liberación de Kosovo.

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Ya se ha empezado a hablar de un "Plan Marshall" para Kosovo. Normalmente ese tipo de afirmaciones no son más que tonterías, porque un "Plan Marshall" implica dos cosas que generalmente no ocurren. En primer lugar, que la ayuda extranjera sea grande en comparación con la economía del país receptor; en segundo, que la recuperación sea rápida.

Hasta ahora, ninguna de estas cosas ha ocurrido. Pero no debería ser tan difícil. Kosovo es tan pequeño (tiene menos de dos millones de habitantes) y es tan pobre (la parte más pobre de un país pobre) que no hace falta mucha ayuda para que sea muy grande comparada con su economía. Y la cantidad de dinero que debería llegar procedente de Europa, EEUU y Japón es muy pequeña en relación con sus respectivas economías. Lo que se necesita ni siquiera es apreciable según nuestros parámetros operativos.

También parece fácil que la recuperación para volver al punto en el que el país se encontraba antes del bombardeo sea rápida. Como sociedad fundamentalmente agrícola, Kosovo necesita reponer los animales y la maquinaria agrícola perdidos. Sólo se requiere comprar e importar los animales y las máquinas necesarios. Ninguno de los dos es muy costoso, y en los mercados mundiales hay oferta de sobra.

Al hablar de recuperación no estamos hablando de convertir Kosovo en una nación europea moderna y rica. Eso llevaría mucho tiempo. Hablamos de una recuperación económica que haga que el pueblo de Kosovo vuelva adonde se encontraba, y una plataforma económica sobre la cual puedan construir su futuro. La época de la siembra ya ha pasado, el invierno está demasiado cerca. En el mejor de los casos, el mundo exterior va a tener que alimentar a Kosovo hasta el otoño del 2000. Pero de nuevo, la cantidad de alimentos es pequeña, el mundo está plagado de excedentes de producción agrícola y los precios mundiales de los alimentos se acercan a los más bajos de la historia. Y la incapacidad de trabajar en el campo durante 1999 se puede utilizar de forma positiva: hay que reconstruir las viviendas. En las zonas rurales, la gente que trabaja en el campo y en la construcción es la misma. El agricultor que no pueda trabajar este verano en su granja puede trabajar en la construcción, si dispone de materiales y equipo. Y debería disponer porque los materiales de construcción se compran e importan fácilmente. El problema a corto plazo no es la economía, sino la vivienda. Kosovo corre una carrera contra el invierno. ¿Se podrán construir suficientes alojamientos antes de que llegue el frío?

Indudablemente, la respuesta es que no.

Pero se debe animar a las personas que han regresado para que reconstruyan el máximo posible, dando por sentado que algunos de ellos pueden, si quieren, volver a marcharse en los meses de invierno. Por otro lado, el presidente Clinton y los líderes europeos tienen razón en negarle a Serbia ningún tipo de ayuda, salvo la asistencia humanitaria, hasta que cambie de líderes.

Nuestros antiguos enemigos, Alemania y Japón, se beneficiaron del Plan Marshall tras la II Guerra Mundial, pero les llegó después de que se hubieran rendido sin condiciones, después de que sus líderes hubieran sido juzgados por crímenes de guerra y cuando los ejércitos aliados ocupantes se hicieron cargo de su Gobierno. A los que planearon y dirigieron las actividades de las potencias del Eje durante la II Guerra Mundial no se les proporcionó la ayuda del Plan Marshall.

Los serbios tendrán que enfrentarse al hecho de que está claro que, durante la última década, el apoyo a la limpieza étnica de las partes no serbias de la antigua Yugoslavia era muy amplio. Es importante que el serbio de a pie pague -y se le vea pagar- un precio por ese tipo de comportamiento. Un periodo con servicios e infraestructuras públicas limitadas es una lección importante para todos aquellos que se sientan tentados a hacer lo mismo.

Lester C. Thurow es catedrático de Economía y antiguo decano de la Escuela Sloan de Gestión del Instituto de Tecnología de Massachusetts.

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