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Coordinación

JUANJO GARCÍA DEL MORAL Hace sólo unos días que pintaron las rayas de los pasos de peatones. Era de noche; estuve un rato asomado a la terraza, observando el diestro trabajo de los pintores. A la mañana siguiente, los anchos trazos habían recobrado su blancura original y eran nuevamente bien visibles. Me pregunté cuánto durarían, cuándo empezarían a perder su color, a difuminarse hasta desaparecer. No podía imaginar que sería tan poco tiempo, ni que se esfumarían de forma tan radical: ya no están. Ahora tendrán que volver los pintores, porque su trabajo de hace unos días ha sido borrado por el nuevo asfalto con el que ha sido cubierta la calle. Sin duda, el verbo coordinar, que, según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, consiste en "disponer las cosas metódicamente" y en "concertar medios, esfuerzos, etc., para una acción común", no parece contar mucho en el Ayuntamiento de Valencia. Lo que pasa en nuestras calles y plazas es el cuento de nunca acabar. Apenas terminada una obra, vuelta a empezar. La única duda consiste en calcular cuánto tardarán unos en deshacer lo que otros acaban de hacer; cuánto durará el nuevo asfalto antes de que vuelvan a aparecer los martillos neumáticos o las excavadoras para abrir una nueva zanja; cuánto tiempo pasará antes de que la acera recién renovada sufra una nueva agresión y pierda su buen aspecto. Cualquier excusa parece válida, todo menos planificar, coordinar, proyectar las cosas -disponerlas metódicamente, como indica el diccionario- de manera que no sucedan estos desaguisados que, por otra parte, seguramente suponen una sangría de dinero para las arcas públicas, para regocijo de las empresas constructoras, que de esta forma tienen trabajo asegurado. El estado de obras permanente, producto de la falta de coordinación, provoca una sensación de precariedad, un cierto estado de ansiedad: el anciano que suele pasear hasta la esquina, la joven con el cochecito del niño, la señora con el carro de la compra, viven en un ¡ay! pensando que cualquier día les vuelven poner la calle patas arriba. ¡Coordinación!

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