Un Misterio para todo el pueblo
La localidad navarra de Obanos es desde el pasado sábado y durante nueve días consecutivos el escenario de la representación de una de las manifestaciones culturales jacobeas más multitudinarias del Camino de Santiago: el auto sacramental que narra el martirio de Santa Felicia y la penitencia de su hermano, San Guillén. Las cifras del espectáculo atraen ya de por sí la atención sobre esta leyenda, convertida en auto sacramental por el sacerdote Santos Beguiristáin en 1962 y estrenada por vez primera en 1965 en esa misma localidad. De los 756 vecinos de este pueblo, ubicado a veinte kilómetros al sur de Pamplona, cerca de 500 participan como actores en la representación. El Misterio de Obanos, que es como tradicionalmente se ha conocido este montaje teatral, tiene cerca de ochocientos personajes, su escenificación al aire libre dura más de dos horas y necesita de un vestuario espectacular, compuesto por más de mil trajes de época que han sido diseñados por el matrimonio de artistas Lozano de Sotés-Bartolozzi. La ayuda de las instituciones públicas navarras, el Ministerio de Cultura, la Xunta y diversos particulares ha permitido a la Fundación del Misterio sufragar los veinte millones de pesetas de coste económico del proyecto, a lo que se suma el entusiasmo totalmente desinteresado de cientos de vecinos, dedicados desde hace semanas al ensayo de esta compleja trama ambientada en la peregrinación a Santiago de Compostela. De esta forma se han podido recuperar unas representaciones que no se celebraban desde 1993 y que éste año dirige Jesús Garín. Los papeles de San Guillén y Santa Felicia corren a cargo de los intérpretes profesionales Javier Baigorri y Paula Jaurrieta. La música del compositor Luis Morondo y el texto del escritor Manuel Iribarren dieron forma teatral a la leyenda que narra el asesinato de la princesa Felicia, hija de los duques de Aquitania, a manos de su hermano Guillermo, enajenado por la negativa de la joven a regresar a la corte. La peregrinación a Compostela convierte a la princesa en una mística sierva de Dios, afincada de forma anónima en el valle navarro de Egües. Guillermo la encuentra en Obanos, fracasa en su intento de convencerla para que regrese a los placeres mundanos y la asesina. Pero se arrepiente y peregrina también a Santiago. Para purgar su pecado decide seguir el resto de sus días una vida de santidad, estableciéndose en la ermita de Arnotegui, en el valle de Valdizarbe, donde "lloró su crimen, consoló peregrinos, socorrió pobres; mereció fama de santo y allí, aún hoy, se veneran sus restos", según narra esta contemporánea tradición. El director teatral Jesús Garín, responsable de las representaciones, ha introducido importantes novedades, como la incorporación de voces pregrabadas por actores profesionales para facilitar la escucha de los textos de los 17 personajes que tienen papeles principales, además de dotar a la obra de recursos teatrales y escenográficos, fuegos artificiales y algunas sorpresas, como la participación de uno de los mejores rejoneadores españoles del momento, el estellés Pablo Hermoso de Mendoza, como uno de los jinetes medievales que salen en la obra. Las representaciones se inician a las ocho de la tarde y el aforo del lugar da cabida a 1.200 espectadores cada día.
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